Fantasmas

Opinión:

Los poemas de "Fantasmas" gozan de una belleza y de una brutalidad casi indescriptibles. Recorrerlos es aceptar realizar un recorrido que se disfruta poderosamente pero que a la vez ataca con violentos golpes de realidad que consiguen que al final del viaje seas un poco más sabio. Los poemas de "Fantasmas" envuelven y absorben, llevan muy lejos.
 
En "Fantasmas" cada palabra cuenta: ninguna sobra, ni es sustituible. Incluso las pequeñas citas que sirven como preámbulo a algunos poemas están cargadas de significado, al igual que las dedicatorias (como, por ejemplo, una de mis favoritas: "Al fantasma que seré", del poema "Príncipe súcubo"), no tienen desperdicio. Si por algo se caracteriza la escritura de Álex Portero es por la finura y la delicadeza de su lenguaje: sus textos siempre están pulidos, sabiamente trabajados, y son tan expresivos y sugerentes como una escultura que está hecha a base de golpes, luego de lija y finalmente de un suave barniz líquido y brillante.
 
No es fácil encontrar este tipo de literatura entre la avalancha de textos mediocres que pueblan las estanterías de las librerías españolas. Los escritores que vuelcan su verdad sobre el papel y que logran estremecer al lector porque entre líneas se adivinan su corazón y sus tripas, pueden contarse con los dedos de la mano. Por eso, toparse con un libro como éste (poderoso y frágil, violento y bello, motivador, dolorosamente hermoso), supone marcar con una estrella ese día en el calendario del lector que realmente ame la literatura y reconozca cuándo está ante un poeta con verdadera vocación y grandes dosis de talento, como es el caso.
 
Cuando un escritor logra que deje de importarte qué te está contando y hace que disfrutes sencillamente con la forma en que lo está haciendo, ha conseguido algo tan complicado como llegar hasta tu corazón de lector: cuando leí "Fantasmas" por primera vez iba en el metro y me abstraje de tal manera que dejé de prestar atención a las estaciones y si no me hubiera importado que me tomasen por loca, hubiera recitado en voz alta esos poemas que estaban haciendo que algo cambiase para siempre en mi interior, irremediablemente y sin querer evitarlo.
 
Comprendo a los que dicen que nunca leen poesía, aunque ahora trato de convencerles de su error y recomendarles lecturas de poemarios. ¿Qué importancia tiene que en el papel las líneas ocupen más o menos espacio? Precisamente un poema, por su brevedad con respecto, por ejemplo, al capítulo de una novela, por fuerza ha de ser más puro, ya que el poeta debe concentrar en muy pocas palabras todo lo que quiere contarnos. Creo firmemente que la poesía es la representación más alta de la literatura.
 
Tradicionalmente, los adultos rechazan la poesía porque de pequeños aprendieron a medir versos y ponerles nombres a las estrofas al igual que calculaban problemas en matemáticas. Pero los poemas de Álex se ciñen a estructuras más antiguas, casi instintivas, las que históricamente han adoptado las canciones que se han transmitido de forma oral a través de generaciones desde la noche de los tiempos. Es por eso, y por los temas que tratan sus poemas, que leerle es conectar con esa parte atávica y primitiva de nosotros mismos.
 
Es magistral, es perfecto.
 
Me parece importante destacar también que la literatura de Álex está poderosamente respaldada por una cantidad abrumadora de lecturas de los exponentes más grandes de la literatura universal, que son sus referentes. Este poemario es, además, un homenaje a todos ellos, que aparecen, de forma directa o solapada, en todos los poemas. Destaca especialmente el "Pseudo-aullido" dedicado, lógicamente, a Allen Ginsberg. Este poema es el favorito de muchas de las personas que han leído este libro, y no me extraña, porque es genial.
 
Álex Portero también ha publicado una novela titulada "Música silenciosa" y otro poemario, "Irredento", ambos en la misma editorial, Endymion; les invito a que dejen fuera sus miedos y se descubran a sí mismos leyendo los textos de este poeta. 
 
Mar López