El guardián de la flor de loto

Opinión:

Opera prima de Andrés Pascual, abogado nacido en Logroño y ganador en el 2009 del premio de Novela Ciudad de Torrevieja con su segunda novela ("El compositor de tormentas"). Y es que en esta ya apuntaba maneras.
 
Cuando cae en tus manos lo primero que te dicen, si alguien ya la ha leído, es que es muy bonita. Leyéndola cuesta entender qué es lo bonito ¿su huida de su pareja y su hija? ¿Que le dé más importancia a su amistad con una mujer a la que sólo conoce de unas horas sólo porque ha muerto?... te haces preguntas porque eres consciente de que si la han definido así es porque algo de esto hay, pero si lo buscas no lo encuentras como se deben encontrar las cosas bonitas: lo bonito es lo que queda, lo que aprende él y te transmite a ti, la amistad y la lealtad, las enseñanzas de una cultura que está muy por encima de nuestra ajetreada vida social (estrés y prisas), y sobre todo el amor que se puede entender de muchas formas (fraternal, de pareja, amistad, patriótico e incluso el amor universal).
 
Todo esto se descubre bajo la apariencia de un thriller con bastante acción que se ambienta en Estados Unidos, La India y el Tíbet, con algunos flashbacks a Perú. Pero si el recorrido ambiental se centra y amplía en estos lugares, el sentimental no se queda en poco pues invita a la reflexión: al tiempo que Jacobo piensa en su vida y actúa como actúa, tú te planteas con él lo que hace y, en cierto modo, aprendes de sus errores.
 
Bien narrada, ágil en su lectura, precisa en descripciones, con momentos emotivos pero, sobre todo, acción. Y el sufrimiento que implica estar vivo pero no vivir. Puede que más que los signos de congelación o los pies sangrantes.
 
Me encantan las novelas que desprenden el aroma de la cultura tibetana, que hablan del budismo y nos dan con pequeñas pinceladas grandes lecciones, y en "El guardián de la flor de loto" también hay de esto. Pero además me ha encantando conocer de primera mano la situación política con los exiliados del Tíbet, la mano dura (y cruel) de los altos mandos chinos y sus militares con quienes consideran "criminales" (basta con no estar de acuerdo con ellos), que no es si no una inquisición más, una dictadura más, pero en pleno siglo XXI, y que va en contra justamente de lo más bonito que puede haber en la vida: la cultura, el amor y la evolución. Las partes que se centran en este aspecto a mí me emocionaban bastante porque me cuesta creer que a los buenos deseos se les pongan cadenas y mordazas.
 
Una primera novela para recomendar. Y sí, al final la palabra que surge es que es una historia muy bonita. Voy a empezar ya a leer su segundo libro.
 
Anika Lillo