El fin de los escribas

Opinión:

Tercera entrega de la trilogía de la "Biblioteca de los Muertos", con la que Glenn Cooper ha conseguido éxitos de ventas y popularidad en todo el mundo. En la misma línea que las dos novelas anteriores, no se puede negar al autor su facilidad para apoderarse de la atención del lector e inocularle altas dosis de intriga. En efecto, desde la primera página se despierta la avidez, pese a que, al primer vistazo, el tamaño de la letra de esta edición de bolsillo no invite -al menos al lector que suscribe, miope y con presbicia- a adentrarse en ella.

En esta ocasión volvemos a sorprendernos con una historia que, si bien en sus planteamientos iniciales pudiera resultar inverosímil, una vez aceptados estos resulta adictiva. Con un Will Piper ya entrado en años y enfermo del corazón, es ahora su hijo Phillip quien se encarga de agregar viveza a la trama y quien realmente desencadena la formidable odisea en que ambos se verán envueltos, siempre en torno al hecho del descubrimiento de una antigua biblioteca en cuyos tomos figuran exclusivamente los nombres y fechas de nacimiento y muerte de millones de seres humanos, sin importar que sus vidas vayan a desarrollarse en un futuro. Un arma decisiva en manos de cualquier gobierno, que los norteamericanos llevan años utilizando en sus planteamientos estratégicos, y que ciertas potencias mundiales codician.

El mundo imaginado aquí para el año 2026 resulta creíble. Bien dosificados los avances cibernéticos y sin aspavientos tecnológicos que resultarían fuera de lugar, y es que el interés del autor no reside en retratar aquí ese mundo futuro. El juego constante de cambio de escenarios y tiempos consigue mantener vivo el interés y ameniza el desarrollo de la trama. A ello contribuirá también una narración ágil, sin tiempos muertos ni pausas. El ritmo es vertiginoso, con abundancia de personajes, que de manera concéntrica giran en torno a un mismo objetivo.

De nuevo se recurre en esta tercera entrega al flashback, propiciado por las raíces del relato varios siglos atrás.

Quizá resulte poco aceptable la facilidad con que algunos de los «malos» empatizan y se doblegan a las peticiones de los héroes. Pero en este tipo de novelas es de esperar que sucedan tales cosas; no se puede ser demasiado exigente.

La fantasía de Glenn Cooper no tiene límites. De hecho, nuevamente se recurre, en un derroche de imaginación, al personaje de Benjamin Franklin, cuyo rastro aparece en la historia a modo de fedatario de la veracidad de la vieja Biblioteca de los Muertos. Todo vale, si tú, lector, lo aceptas. Esto ya quedó claro en la primera entrega, aquel bestseller que fue "El libro de las almas", que consiguió tantos detractores como fanáticos.

Agradezco llegar a las últimas páginas. Por un lado se aliviará el escozor de ojos, por otro, veré culminada una historia que me trajo en volandas hasta aquí, y también una trilogía que en los últimos años me proporcionó ratos de placentera lectura y algún que otro momento de estupor. De las obras que componen esta trilogía, quizá sea "El fin de los escribas" la que con más agrado leo. La trama parece dispuesta de modo que engancha con más facilidad, si bien hay que tener en cuenta que la experiencia de lectura de las dos anteriores novelas deja al lector en situación de aceptar esta sin mayor problema. Como suele ocurrir, la novela puede leerse también perfectamente aunque no se conozcan las dos anteriores.

Lo único importante cuando se trata de esta clase de historias es disfrutar y dejar volar la imaginación hasta donde el autor desee transportarla. De no estar dispuestos a aceptarlo, más vale recurrir a D. Benito y dejar los pies en el suelo.

José A. Carbonell