En su día la periodista Karmele Marchante quiso reivindicar y poner de moda “la ídola”, y la política Bibiana Aído, “la miembra”. Conscientes de que estaban hablando mal teniendo en su condición de gente popular la posibilidad de llegar a más público (y por ende, confundir a más gente), este tipo de personas –que creen que ser feministas es eso- sólo contribuyen a empeorar el uso del vocabulario y la gramática española que tiene unas normas muy concretas. Por lo tanto no es extraño que nos hartemos de leer en foros, blogs (incluso de cultura) o redes sociales errores tan comunes como horribles –de esos que hacen daño a los ojos- que, de tanto que los leemos, acaban por confundirnos. A mí personalmente ya me duele no poder acentuar en las reseñas los nombres y apellidos de los autores porque el programa donde meto los datos es americano, no entiende el código y convierte el orden alfabético en un caos (y no es lo único a lo que me obliga el programa), así que imaginad cuando día a día me encuentro con faltas gramaticales (y ortográficas) en la red.
Si no fuera por lo claro que tengo las normas desde mi época escolar (y ha contribuido a mi cultura el hecho de leer más de mil libros), a día de hoy escribiría tan mal como un elevado tanto por ciento de la sociedad española. Cuando tengo una duda –y ésta sólo suelo tenerla por leerla mal en demasiadas ocasiones- acudo a la RAE, al diccionario o a libros de gramática (todos los que tengo son de la editorial Espasa y no los cambiaría por nada)-. Hasta hoy siempre he visto que mi primera impresión era la correcta, pero eso sólo indica una cosa: la mayoría de españoles escriben mal y contribuyen a confundir con su mala gramática al resto de ciudadanos. Sólo preocupándose por seguir escribiendo bien podemos ganar la batalla al analfabetismo que empieza a caracterizarnos. Y ojo, no estoy hablando sólo de adolescentes que aún no prestan mucha atención a su educación, hablo de personas de veinte a cincuenta años que no se molestan en averiguar si están cometiendo errores porque, simplemente, les da igual. Y a pesar de todo, yo también me puedo equivocar, pero al menos, si eso ocurre, no será por dejadez, si no por no haberme percatado por ir, por ejemplo, muy deprisa o demasiado estresada.
Este libro de “
Gramática (súper) fácil de la lengua española” es ideal para consultas rápidas donde se explican los errores más comunes y más repetidos día a día en la red. Todo lo que he leído es el cien por cien de los fallos que leo en sitios como facebook o blogs donde hablan de libros (sí, hasta en reseñas, o incluso en frases que publican algunos escritores en sus propios muros de facebook o en sus blogs personales).
Hacedme caso, si sois de los que escriben (o dicen) “vinistes” o “contra más”, si no tenéis ni idea de que estáis metiendo la pata con el queísmo o el dequeísmo, el laísmo o el leísmo, si sois incapaces de diferenciar cuándo es correcto utilizar una palabra masculina sin cambiar más que el artículo, si dices “que” cuando tienes que decir “cuyo”, si crees que quien ha escrito “fortísimo”o “novísimo” se ha equivocado porque tú “sabes” que lo correcto es “fuertísimo” o “nuevísimo”... en estas 64 páginas tienes un curso intensivo o un librito de consulta que te hará mejorar considerablemente tu cultura gramatical (y su coste no llega a cinco euros).
Para mí este libro es absolutamente necesario para un alto porcentaje de españoles o hispanohablantes, porque si fallan en los detalles mencionados anteriormente es porque necesitan algo básico y fácil de consulta rápida, y “
Gramática fácil de la lengua española ” cumple esos requisitos.
Anika Lillo