En la habitación de al lado

Opinión:

Sin ser una carta, ni pertenecer al género epistolar, lo cierto es que "En la habitación de al lado" tiene un claro destinatario y es el hermano de la protagonista. Es el desahogo del alma, la manera de contarle directamente, como si estuviesen juntos todavía, todo lo que le querría haber contado y ya no pudo ser después de su temprana muerte. Lo que sintió entonces, la de veces que le ha recordado y la de veces que hubiese querido tenerle otra vez a su lado.

Está escrita en un tono íntimo, el propio de la convivencia con alguien muy cercano, con el recuerdo de él siempre presente, en un recorrido a través de la sinrazón de muchas cosas, más propias que ajenas, en el encuentro con unas casualidades que empujan hacia un camino definido, aunque rechazado en demasiadas ocasiones. En fin, el vivir en un difícil equilibrio, demasiado inestable, pues en todo momento se echa en falta ese apoyo que ya no está ahí.

Podría ser una pequeña historia, tal es así como la define en el prólogo la propia autora, Silvia Laforet, pero esa medida lo sería, si no por el número de páginas, a fin de cuentas suficientes y donde lo cierto es que no sobra nada, únicamente porque su ámbito es muy personal y se circunscribe básicamente a dos personas, de las que solo hay una que esté presente. Pero no es así, en realidad es una gran historia, humana, sensible, emocionante. Que hace sentir que la vida es muy importante, incluso en la más absoluta soledad y cuando todo a nuestro alrededor se pueda estar derrumbando.

Finalista en el III Premio Troa "Narraciones con valores", es una novela que merece una lectura completa, desde el principio donde todo es desesperanza y culpa, hasta llegar al final. Siente cómo se manifiestan las emociones, cómo evolucionan, cómo las modifica el tiempo. En tus entrañas, en tu piel, en tus ojos. Léela, es una gran novela corta que te mostrará el lado más humano de la vida. 

Selin