El síndrome de Herodes

Opinión:

Una epidemia conocida como «El síndrome de Herodes» ha causado la muerte de veinticinco mil niños en diversas zonas del Tercer Mundo. Los científicos de la Organización Mundial de la Salud no logran encontrar el origen de la enfermedad pese a haber realizado cientos de pruebas y análisis.

La pandemia parece estar causada por la mano del hombre, lo que desencadena una serie de atentados yihadistas en suelo europeo, que a su vez provocan que la población se vuelva cada vez más xenófoba.

Europa, al borde de un gran enfrentamiento, no tiene otra opción que encontrar una cura para el virus. Los encargados de la investigación, con la ayuda de algunas instituciones y las trabas de otras, deberán buscar un nuevo enfoque que les permita descubrir el origen del virus y su posible tratamiento.

"El síndrome de Herodes", de Pedro Uris y Daniel Ramón, ganadora del II premio de novela de la Policía Nacional, es una historia sorprendente en la que una enfermedad, que aparece y desaparece sin patrón alguno, pone en jaque la estabilidad de la Unión Europea.

Lo más destacado del libro son sus protagonistas: Luca Neumann, científico de la OMS, un hombre solitario al que solo le preocupa su anciana perra. Mathilda, policía, una mujer que ha visto truncadas sus aspiraciones por sus convicciones xenófobas. Helena, bióloga, una joven idealista que ve cómo llega el momento de sentar la cabeza y labrarse ese futuro que se ha negado a afrontar una y otra vez.

Junto a ellos buscaremos respuestas y, de una manera muy sencilla, aprenderemos conceptos científicos como el desarrollo de probióticos o la secuenciación del ADN de un microbioma. No en vano la novela está escrita por un guionista de cine y un biólogo: entre ambos han conseguido desarrollar un gran thriller científico de lectura fácil para profanos en la materia.

Un libro que nos muestra que en el siglo XXI las guerras no se dirimen con armamento pesado en campos de batalla, sino en un terreno mucho más pantanoso y peligroso: los laboratorios y los despachos.

Ana G. Aranda