Dónde puedo alquilar una primavera

Opinión:

"Dónde puedo alquilar una primavera" (precioso título, por cierto) contiene una historia muy sencilla que gira en torno a la nueva vida de Alicia tras su divorcio y a las nuevas personas que a raíz de su mudanza a un piso de alquiler van a influir en su vida de un modo u otro.

El libro se divide en tres partes tituladas Verano, Otoño e Invierno para finalizar con un epílogo llamado, como no podía ser de otra manera, Primavera. A su vez, cada una de estas partes se divide en varios capítulos cortos también titulados según el piso, la persona o el tema que traten, división esta que facilita la lectura y sitúa de forma conveniente al lector para que en ningún momento se sienta confuso con respecto a los personajes.

El libro tiene una trama simple y en cierto modo previsible, los giros y sorpresas son escasos y la novela se centra más en las preocupaciones vitales de los personajes, en sus miedos, sus dudas y sus problemas cotidianos y que no son otros que los que podemos tener todos en algún momento de nuestras vidas. El amor, el divorcio, los hijos, la crisis, la adolescencia, la enfermedad o la soledad son solo algunos de los temas sobre los que reflexionan sus protagonistas en diálogos que a veces acaban convirtiéndose en monólogos cargados de mensajes que, todo hay que decirlo, en ciertos momentos dotan a la novela de un tono más aleccionador que entretenido.

Los personajes están correctamente retratados, son fácilmente identificables y se perciben muy reales y creíbles contribuyendo a ello el lenguaje tan coloquial y popular con el que se expresan. Son además personajes que desprenden generosidad, amistad y lealtad a raudales a pesar de todos los problemas a los que se enfrentan y de los que no parecen poder escapar nunca.

Hay una escena que me ha parecido fuera de lugar y del todo injustificada en la trama, me refiero a un episodio que recuerda a la tragedia del Madrid Arena; también reconozco que en ocasiones me he sentido saturada del aire de autoayuda que desprenden las divagaciones de los personajes, y a veces incluso defraudada por lo estático de la trama.

Sin embargo, otras me he visto identificada en las preocupaciones que acosan a los vecinos e incluso he soltado alguna que otra carcajada -como con la reacción de Arturo cuando Fernando le hace la respiración artificial creyendo que estaba muerto-; pero lo mejor de todo ha sido recordar aspectos fundamentales de la vida que por obvios muchas veces ignoramos hasta que, como hace esta novela, viene alguien a decirnos "están ahí".

Mar Gázquez