Dios en una esquina

Opinión:

"Dios en una esquina" se presenta como una novela compleja de ciencia ficción, con diferentes escenarios temporales que harán pensar, por ejemplo, en algo así como viajes en el tiempo o en realidades paralelas de un multiverso; también todo a la vez y con la idea subyacente de que esos diversos escenarios estarán relacionados.

Con ese ánimo, dedicado y positivo, de descubrir qué incógnitas y sorpresas me depararía la novela, empecé la lectura.

Hasta aquí bien, por más que me resultó extraño un capítulo de nueve páginas ocupadas por un único párrafo. Excesivo para mi gusto, pero continué, que cosas peores me he encontrado. Claro que, tras un interludio algo más despejado, otros personajes incidieron también en esa forma de expresarse, enrollándose con todo lo que se les ocurría contar, fuese o no pertinente para el desarrollo de la trama, rellenando páginas y más páginas de palabras vacías.

Pero, vale, ese es un estilo de narración que puede ser propio del autor, de quien no había leído ninguna otra obra que yo recuerde. O tal vez sí, aunque dudo mucho que me ponga, ni ahora mismo, ni después, a buscarla.

Y eso viene de que puedo aceptar, en aras de una pertinente suspensión de la incredulidad, que, de repente, aparezca un avión en el cielo, que un hospital militar de campaña parezca el patio de un colegio, que una ciudad tenga la misma estructura, casa por casa, piso por piso, en realidades diferentes, por raro que suene que tengan sistemas de numeración telefónica diferentes, que ya es mucho decir.

Puedo aceptar muchas cosas, hasta que un personaje rompa la cuarta pared y se dirija explícitamente al lector, aunque es difícil que eso quede elegante y pocas plumas lo consiguen, pero lo que nunca aceptaré es que ese personaje estropee la fantasía de la ficción burlándose con crueldad de la ingenuidad del lector.

Puestos en esa tesitura de haber roto el trato, en virtud del cual el lector había suspendido su personal incredulidad para disfrutar de una historia que parecía muy sugerente, no queda otra que poner todas las afirmaciones de la historia a beneficio de inventario (que te engañen una vez, vale, pero si te dejas engañar una segunda vez, míratelo), lo que derrumba toda la fantasía de cualquier novela, además de quitarle toda la gracia.

Lo siento de verdad, pero esa situación me ha encendido y ya desde la página cuarenta y tres, ni que el número esté escogido a conciencia, no me puedo creer nada de lo que el autor pueda contarme, sea con uno o con otro personaje.

Es fastidiado seguir leyendo así, es lo que hay, pero sin la magia de la fantasía, la lectura es amarga, es pura voluntad, más bien cabezonería.

No os recomiendo esta novela en absoluto, a mí no me ha gustado nada, pero como para gustos colores, allá vosotros, será vuestro problema.

Selin