Cuando Lisboa tembló

Opinión:

Novela histórica modélica, que nos lleva a algunos de los momentos más aciagos de la capital de Portugal. Crítica fina y bien construida del poder absoluto, con algunas reflexiones sobre el destino final de las personas de interés. En "Cuando Lisboa tembló" se habla del destino de una manera absoluta. En sus páginas entran en juego los destinos individuales y colectivos. Cómo dirigir tu vida y cómo te la dirigen los otros (los poderosos) es la auténtica esencia del texto. La conclusión amarga a la que llega el autor es que nuestro destino parece estar escrito en alguna parte y resulta muy difícil escapar a él.

La historia gira en torno a ese terremoto terrible que azotó la Lisboa del Día de Todos los Santos de 1755. Al terremoto siguieron incendios que no pudieron ser extinguidos hasta muchos días después. Sobre la miseria que ya existía en la ciudad se extendió una nueva ola de pobreza. En ese ambiente atroz Domingos Amaral, autor portugués que ha llegado a ser un superventas en su país con esta novela, nos coloca unos protagonistas que siempre huyen, que son errantes por sus circunstancias o carácter. Así encontramos un pirata y una monja buscados por la justicia, un inglés que quiere atrapar un dinero e intenta amar la vida en Portugal y un niño desvalido que intenta encontrar a su hermana en los escombros de la ciudad derruida.

El autor ha trabado de manera clara ese concepto de intrahistoria que tan popular se hizo en los estudios literarios y culturales: de qué manera los sucesos históricos afectan las vidas de la gente corriente. He creído ver mucho de Umberto Eco en la intención novelística del escritor portugués. La prosa es correcta, dotada de cierta dulzura, bien acondicionada. No escondo que como libro tiene una excesiva tendencia a la reiteración. Con frecuencia un nuevo capítulo te cuenta algo que ya sabías, o que había quedado dicho en páginas anteriores. Ello, aunque molesto, no evita que "Cuando Lisboa tembló" sea una novela recomendable, disfrutable. La ambientación también es seductora. Trabaja muy bien el curso de la historia, y los pequeños detalles confieren a la narración un clima de credibilidad.

Los personajes, simplemente nombrados (el pirata, la monja, el niño desvalido, el capitán inglés) parecen más arquetípicos de lo que después resultan en su escritura, pues Domingos Amaral consigue conferirles una capa personal que se agradece.

Recomendación para quienes buscan una novela histórica bien construida y que se preocupa por los detalles.

Rafael Ruiz Pleguezuelos