Anika entre libros

Cristo de nuevo crucificado

Ficha realizada por: Darío Luque
Cristo de nuevo crucificado

Título: Cristo de nuevo crucificado
Título Original: (Ο Χριστός Ξανασταυρώνεται, 1954)
Autor: Nikos Kazantzakis
Editorial: Acantilado
Colección: Narrativa del Acantilado


Copyright:

© 2018, Niki Stavrou

© 2018, Selma Ancira (de la traducción)

© 2018, Quaderns Crema, S.A. (de esta edición)

Traducción: Selma Ancira
Edición: 1ª Edición: Octubre 2018
ISBN: 9788417346324
Tapa: Blanda
Etiquetas: novela novela psicológica novela de personajes religiones cristianismo solidaridad refugiados metaliteratura Cristo orígenes corrupción Iglesia conflicto ético
Nº de páginas: 533

Argumento:

Es martes de Pascua. En Likóvrisi, un pueblo de la Grecia anatolia, el consejo de ancianos se reúne con la intención de asignar los roles para una representación dramatizada de la Pasión de Jesucristo. Escogen al pastor Manoliós para encarnar a Cristo; al dueño del bar, Konstantís, como Santiago; Yannakós será Pedro; la viuda Katerina hará de Magdalena y el borracho Panayótaros será Judas. Este evento coincide con la llegada de todo un pueblo que, tras ser expulsados de sus tierras por el ejército otomano, viajan en busca de ayuda y asentamiento. Movidos por la caridad cristiana, los personajes escogidos para representar a Cristo y a sus apóstoles serán los únicos que acepten brindarles ayuda.

Nikos Kazantzakis noveló en "Cristo de nuevo crucificado" una crítica a la Iglesia y una propuesta de retorno a los orígenes morales del cristianismo.

 

Opinión:

 

Si algo definió la vida de Nikos Kazantzakis, fue una constante inquietud espiritual. A raíz de una crisis en los años de juventud, Kazantzakis lee la obra de Friedrich Nietzsche (se detiene, sobre todo, en el ateísmo y el superhombre) y se aísla durante seis meses en un monasterio. A partir de ese momento, toda su obra narrativa estaría repleta de constantes ecos del personaje de Cristo, a pesar de que su lectura irredenta de esta figura enfadó tanto a la Iglesia que algunos de sus libros fueron prohibidos e incluso se impidió el enterramiento del autor, una vez muerto, en un cementerio cristiano. La gran preocupación de su vida fue también el enorme mal que lo asoló incluso tras la muerte.

Es inevitable ver en Manoliós, protagonista de "Cristo de nuevo crucificado", la silueta de ese personaje bíblico (y con un alto componente popular) que es Jesucristo. Sobre él recae la inquebrantable responsabilidad de encarnar este papel en la representación que el consejo de ancianos organiza de la Pasión para Semana Santa; y sobre él, igualmente, recae el deber de ayudar a ese pueblo exiliado que no tiene ni dónde caerse muerto. Manoliós se consolida como personaje heroico, cuyo valor será aliciente para que el resto de personajes -en especial sus apóstoles, Yannakós, Konstantís y Mijelís- tomen la decisión de ayudar para las vidas de los demás.

Posiblemente a los lectores menos acostumbrados a la narrativa griega se les hará pesada esta novela. La acción transcurre de manera lenta y monótona, porque la tensión narrativa se fundamenta en los cambios interiores de los personajes y en sus relaciones. Como otras obras de su época, "Cristo de nuevo crucificado" es una obra en la que el diálogo cobra una gran importancia, porque solo hablando pueden comunicarse, entenderse y ayudarse las personas, y porque solo con el discurso se pueden observar los procesos que hacen tan redondos y tan complejos a los personajes diseñados por Kazantzakis. De hecho, este autor estuvo emparentado con el existencialismo de principios del siglo XX, y en la novela se observan vestigios de su relación con autores de la corriente, como Miguel de Unamuno.

A pesar de ser una novela fundamentada en la acción, "Cristo de nuevo crucificado" es una obra para leerla y reflexionar. No es una novela de goce y disfrute, ni para leer de una sentada. Al contrario: hace falta leerla poco a poco, entendiendo cada idea y cuestionando el cómo y el porqué de cada gesto que hacen los personajes. Y es que lo que Nikos Kazantzakis se proponía al escribirla, con casi total seguridad, era darle la vuelta al pensamiento cristiano moderno y ponerlo ante su reflejo del pasado. Un pasado en el que cristianismo era sinónimo de solidaridad, empatía, dadivosidad y colectividad. Kazantzakis novela con sumo cuidado un retorno a los valores del cristianismo más primitivo, un regreso a las raíces del pueblo. Al manantial de donde nace nuestra cultura occidental.

 

Darío Luque

 

 

 

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