Col recalentada
Título: Col recalentada
Título Original: (Reheated Cabbage, 2009)
Autor: Irvine Welsh
Editorial:
Anagrama
Colección: Panorama de Narrativas
Copyright:
© Irvine Welsh, 2009
© Anagrama, 2012
Edición: 1ª Edición, Marzo 2012
ISBN: 9788433978318
Tapa: Blanda
Etiquetas: adicciones drogas alcohol antología deporte humor fútbol humor negro literatura escocesa sexualidad recopilatorio de autor relatos
Nº de páginas: 277
Argumento:
Recopilación que consta de ocho relatos en los que el escocés Irvine Welsh retrata la problemática de la juventud de Edimburgo, llena de sexo, alcohol, bestialidades impensables y diversión a raudales. Un paseo por el lado salvaje de aquella juventud de los noventa que se creyó perdida para siempre.
Opinión:
En las últimas décadas ha habido un libro o una película, muchas
veces la segunda debida al éxito del primero, que ha marcado a toda
una generación. Así los años ochenta fueron el coto de caza
particular de Bret Easton Ellis retratando a la
conocida como Generación X con sus excesos en "Menos
que cero" y sus perversiones en la ya clásica "American
Phsycho"; poco después fue el turno de aquellos JASP
desencantados que no sabían qué hacer con su vida en "Reality
Bites". Pero si tenemos que elegir el libro y la película que se
adueñaron de los años noventa convirtiéndose en todo un fenómeno y
en religión para muchos no cabe duda de que
"Trainspotting" se lleva el gato al agua, los heroinómanos
creados por Irvine Welsh nos mostraron los chutes
como forma de vida de un modo tan humorístico y patético que se
hicieron difíciles de olvidar. Ahora se recopilan estos ocho
relatos escritos por Welsh a lo largo de los años noventa y el
espíritu de "Trainspotting" se conserva íntegro.
Una juventud que deambula por las calles en busca de gresca,
pasando las horas en el pub de su ciudad bebiendo litros de
cerveza, sin oficio ni beneficio, adictos al LSD, al éxtasis, la
heroína, el pegamento, cualquier cosa que les dé un subidón, es la
protagonista de esta recopilación que se convierte a la vez en una
experiencia delirante y grotesca.
Irvine
Welsh no entra en juicios, ni vacías moralinas,
reconstruye la vida de unos marginados, de la clase obrera del
Reino Unido de finales del siglo pasado que subsiste gracias a los
servicios sociales y a los cheques que el paro les ingresa
semanalmente en la cuenta. La literatura del escocés está más cerca
del costumbrismo de lo que uno cree, no inventa, es la cruda
realidad, un realismo sucio en exceso que roza de cerca el
esperpento, para mostrarnos que cada uno hace con su vida lo que da
la gana, que tiene todo el derecho del mundo y al que no le guste
que no mire, porque si mira demasiado acabará con los dientes
esparcidos por la acera.
Este es el mundo de Welsh, un universo en el que el partido de
fútbol es más importante que el que tu mujer se desangre como pasa
en "Una avería en la línea", el lugar propicio para acabar a ostia
limpia con el novio pijo de tu hermana en la cena de Navidad pero,
claro, hay que tener valor para tocarle la moral al Begbie de
"Trainspotting" en su puñetera casa como hace "El novio de
Elsphet". Un mundo que se va a la mierda por momentos y que lo
mejor que nos puede pasar es que los extraterrestres adictos al
fumeque de "El incidente Rosewell" nos invadan y nos
manden a tomar por el saco a la voz de ya porque, después de todo,
de nada sirve que uno se deje los cuernos enseñando a esa panda de
desgraciados para encontrárselos años después y ver que siguen
metidos en el mismo pozo de basura en el que estaban, como nos
cuenta el viejo profesor Black en "Miami soy yo".
No hay medias tintas que valgan, ni remilgos, ni lenguaje delicado,
los personajes que por estas páginas arrastran el culo se expresan
tal y como la panda de malnacidos que son, en argot, con tacos,
improperios, todo un surtido de lenguaje barriobajero que el autor
plasma sin tapujos, yendo directo al grano y acordándose de los
muertos de toda la humanidad. Una humanidad a la que le importa un
carajo que estos parados, parásitos de la sociedad, se pongan hasta
el culo de coca mientras fantasean con follarse, a pelo, a la
adolescente de turno y acaben pillando el SIDA, en respuesta ellos
se dedican a ver el basurero que es vida tras la neblina de la
borrachera y la consiguiente resaca, escupiendo en la cara de aquel
que se cruce en su camino y riéndose hasta de la madre que los
parió. La mordacidad con la que Welsh nos aclara que ese
estercolero es su zona de comodidad y que no salen de él porque se
está de puta madre, es delirante, un paroxismo irónico que no da
tregua y con el que disfrutamos porque, no seamos hipócritas, a
nosotros también nos importa un comino lo que esta panda haga con
sus vidas mientras nos hagan reír.
Estos relatos de Irvine Welsh pueden herir
susceptibilidades, justo lo que él pretende, dirigirse a un sector
de pijotería que niega la existencia de esta gente que como Mark
Renton eligieron la heroína en lugar de la vida. Puede que no sea
una versión color de rosa de la juventud de toda una generación
pero el autor no mira con ojos amables al pasado, después de todo
así han sido las cosas y así "Col recalentada" nos la ha
contado; mientras tanto iremos tirando hasta el día que la
palmemos.
Patricia Rubiera
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Comentario de los lectores:
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