caribou island

Opinión:

A finales del año pasado llegaba a las librerías el que es el primer libro de David Vann, Sukkwan Island, y empezaba diciendo que quien me lo recomendó decía que era lo más duro que había leído en mucho tiempo. Así pues, cuando terminé de leerlo, y supe de la publicación de esta segunda novela, quería ver si Vann lograba emocionarme en el mismo sentido que en la primera, ofreciendo otras historias pero haciéndome pensar en que lo que estaba leyendo era conmovedor en el más amplio significado del adjetivo.
 
El autor se vuelve a rodear de la atmósfera local de su Alaska natal y pone de telón de fondo una de las tantas islas que rodean sus costas. Y de nuevo la utiliza como decorado de supervivencia, como un viaje sin retorno en el que un matrimonio, a instancias del marido, decide pasar el invierno en ella tras construir una cabaña con sus propios medios. Quizás una manera de aunando esfuerzos, enderezar su matrimonio, que parece ir poco a poco a pique. Es en estas escenas donde podemos conocer el pensamiento de cada uno de los cónyuges sobre lo que están haciendo, y lo hace en el mismo estilo que en su anterior novela, con los diálogos sin guiones, y desarrollándolos de manera sencilla y efectiva. Logra de esta forma meternos en el ambiente de frío, de soledad que se respira en esa isla, y porqué no decirlo, en el matrimonio.
 
A diferencia de Sukkwan Island, en la que sólo veíamos a padre e hijo como personajes, en Caribou Island aparecen los hijos ya mayores de este matrimonio, sus relaciones con sus respectivas parejas y la interacción con una pareja de turistas, uno de los cuales llega a trabajar con el hijo y da idea de querer también cambiar su rumbo vital. Así pues tendremos un espectro más amplio de cómo es el día a día en esta familia y cómo se comportan entre ellos.
 
La prosa es pausada, sencilla, directa a lo que quiere contar, y quizá cuenta con el hándicap de que si has leído su anterior novela, estás esperando que pase algo duro, grave y debo apuntar que así es, pero de la forma más insospechada y en el momento menos aparente. Con lo cual logra tenernos en tensión durante toda la trama y vamos intentando adivinar qué personaje tendrá los problemas graves. Ya que si el día a día en esta población de Alaska ya es dura, y la relación tirante entre ellos lo es también, ese escape hacia adelante por parte del marido al sugerir la aventura invernal lo hace más difícil si cabe climatológica, física y psicológicamente.
 
Se agradece leer en ocasiones estas historias más centradas en mostrarnos aspectos diarios de una familia cualquiera, que no tengamos que meternos en persecuciones, escenas de tiros, de acción y nos deje exhaustos de correr junto a los personajes, sino que con estas novelas seamos capaces de interiorizar en la vida de otras personas, quizá más cercanas a nuestra realidad y veamos en qué puede terminar, y al cerrar el libro tras la última frase, sintamos el deseo o la necesidad de dar respuesta a cómo habríamos actuado nosotros, de encontrarnos ante esa situación, teniendo todos los elementos de razonamiento, que en este caso David Vann ha puesto ante nosotros durante toda la novela.
 
Fernando Martínez Gimeno