Banu Qasi. La hora del califa. Banu Qasi III

Opinión:

Carlos Aurensanz es un hombre metódico que sabe hacer las cosas bien hechas. Lo pone de manifiesto el cuidado con que prepara sus obras. La que nos ocupa cuenta con un magnífico mapa en el interior de la portada, con una amplia bibliografía, con la traducción de los nombres de ciudades de la novela ya que utiliza la toponimia árabe del siglo X; así como un glosario y un Dramatis Personae -que está al principio- y que es de agradecer porque los personajes son muchos y sus nombres poco sencillos.

Pero no solo es un hombre metódico para la «forma» (o sea, el estilo), también lo es para el «contenido» de la novela, para los hechos que narra. Su texto cuenta con una documentación amplia y bien fundada. Y es que, siendo ese su punto fuerte también es el débil.

Punto fuerte porque el lector sabe que está leyendo una obra seria; y punto débil porque a veces la Historia deja de ser el marco de los acontecimientos novelados y los anula. Y es, precisamente esa historia, con minúscula, la razón principal de ser de una obra de ficción.

Así pues, lo que borda no es tanto la forma como el fondo. La forma, siendo correcta, a veces enlentece el discurso de los hechos, ya que en ocasiones los párrafos resultan demasiado largos. En otras ocasiones lo excesivo son los enormes diálogos de los personajes

Su fondo, que es realidad la narración, resulta mucho más redondo porque consigue inventar personajes creíbles a los que es muy sencillo cogerles cariño e identificarse con ellos. Incluso, ya finalizando el libro, se tiene la sensación de que esos personajes continúan viviendo dentro de nosotros.

De lo que no cabe duda es que en este tercer volumen de la saga de los Banu Qasi, el autor se mueve ya con una aplastante seguridad tanto entre los principales sucesos históricos, los ambientes, escenarios, y los personajes reales como entre las bambalinas de sus protagonistas de ficción. Bajo mi punto de vista, en este aspecto, ha mejorado considerablemente respecto al volumen anterior de la saga. Y todo ello porque la historia que cuenta, las rivalidades entre los caudillos árabes y cristianos, sus deseos, sus amores… emerge con fuerza entre la narración.

Cabe destacar el meritorio inicio de la obra, que resulta muy atractivo y atrapa al lector desde sus primeras páginas.

Con "La hora del califa" no asistimos a una trepidante historia de acción, de sucesos encadenados que mantienen al lector en vilo desde el principio hasta el final, al estilo de las películas de Hollywood. Muy al contrario, es una historia que transcurre por cauces tranquilos pero seguros, sin apabullarle, pero enganchándole desde las primeras páginas gracias a la prosa sencilla y a la vez segura de Aurensanz.

La novela puede segmentarse en tres líneas argumentales claramente diferenciadas, pero entrelazadas: la de los emires de Córdoba (la principal), la de los reyes vascones y una en Tudela, que parece cerrarse a mitad del libro. Cada una de ellas puede constituir, sin ningún género de duda, un volumen completo por sí misma por el interés que despierta.

Por necesidades de la narración, cada una de esas líneas argumentales consta de largos capítulos, saltando de una línea a otra. Eso obliga al lector a retener demasiada información y corre el riesgo de "perderse" en la historia. A su vez, el autor tiene que recapitular continuamente para evitar que al lector se le olviden cuestiones interesantes.

Aurensanz se ha descubierto con esta primera saga como un gran narrador, de amplio vocabulario, conciso y concreto, con el que consigue trasladar al lector a otras épocas de una manera muy convincente. Recuerda a uno de esos contadores de historias de los cuentos árabes que se ha traído consigo el arte de emocionar a su público.

En definitiva "Banu Qasi. La hora del califa" se trata de una obra ambiciosa que realiza un amplio recorrido por la España del siglo X con rigurosidad y, gracias, al buen hacer literario de Carlos Auresanz, convierte las vidas y los sucesos consignados en viejos legajos en algo vivo, tangible, que consigue emocionar al lector.

Gemma Nieto