Bajo el aire

Opinión:

Nunca había leído nada de Osamu Tezuka, pero no podía dejar pasar la oportunidad de leer algo del "Dios del manga" y este volumen es la oportunidad perfecta para ver muchas de sus facetas, ya que recopila historias cortas de varios géneros. Hay demasiadas como para valorarlas una por una, de modo que daré una valoración más global del conjunto de la obra.

Lo primero que debo decir es que la portada es demasiado artística para los dibujos que hay dentro. Los personajes están dibujados de una forma un poco tosca que roza lo caricaturesco, lo cual, pensándolo en frío, es normal para los estándares del manga que se publicaba en esa época. Eso no significa, para nada, que el artista no supiera dibujar: a lo largo de las páginas de "Bajo el aire" encontramos dibujos extraordinarios, sobre todo en lo referente a ambientaciones y a viñetas más abstractas. También debo decir que sobran unos cuantos desnudos femeninos. Por cierto, aunque las primeras páginas están a color, luego está todo en blanco y negro.

En cuanto a las historias en sí, lo que ha predominado ha sido una sensación de desconcierto. Todas las cosas que se narran son bastante extrañas incluso para los estándares de la fantasía y la ciencia ficción. Los finales son retorcidos, bruscos, infelices, maniqueos e inesperados (aunque, leídas varias, empezaba a detectar un patrón y ya esperaba que el final fuera algo parecido a lo que acababa siendo). La temática es variada y plantea escenarios interesantes, haciendo el propio autor un cameo en alguno de los relatos, aunque hay algunos temas recurrentes como el incesto, que aparece en varias historias, la destrucción total de la humanidad u otros asuntos bastante críticos con la sociedad. Predomina la ciencia ficción, aunque también hay algún relato realista o con toque fantástico. Aun así, como ya he dicho, hay ciertos patrones y temas recurrentes, de modo que, a pesar de la variedad, recomendaría leerlo poco a poco para evitar la sensación de "más de lo mismo" que me dio al leerlos tan de seguido.

Déborah F. Muñoz