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así fue la defensa de madrid (aportación a la historia de la guerra de españa 1936-39)

Ficha realizada por: Txema
así fue la defensa de madrid (aportación a la historia de la guerra de españa 1936-39)

Título: así fue la defensa de madrid (aportación a la historia de la guerra de españa 1936-39)
Título Original: (así fue la defensa de madrid, 2006)
Autor: Vicente Rojo Lluch
Editorial: Asociación de Libreros Lance
Colección: Historia


Copyright:

Año edición: 2006

ISBN: 84-921455-3-6
Etiquetas: guerra historia de España política guerra civil española Historia

Argumento:


Se trata de una Edición Limitada y Numerada de 2000 Ejemplares.
 
El general Vicente Rojo, jefe de Estado Mayor de la Defensa de Madrid durante la Guerra Civil, cuenta los detalles de esta batalla, sin omitir importantes detalles de índole política, social y militar sobre uno de los episodios más conocidos y estudiados de la contienda.

Opinión:


Ha sido una gran suerte que con motivo de la celebración de la XXX Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid, la Asociación Lance decidiera lanzar una edición conmemorativa, aunque limitada a 2.000 ejemplares, del libro que escribió el general Vicente Rojo sobre la defensa de Madrid que él, como Jefe de Estado Mayor protagonizó.  Es pues la opinión de un testigo directo.
 
Y digo que es una gran suerte porque así disponemos tanto los simples aficionados, como los estudiosos, de una opinión de primera mano sobre esos acontecimientos dramáticos sobre en los que en muchas ocasiones se ha fabulado, en otras muchas mentido y en algunas más exagerado.
 
No se trata de la obra técnica de un militar republicano  y tampoco está destinada a exaltar los valores del ejercito popular que, además, en gran medida fue una creación suya.  No es, en definitiva, un libro apologético de gestas y heroicidades de un bando frente a otro. Es, en este aspecto, más bien parco. Si es, en muchos aspectos, la defensa de la razón frente a la barbarie.
 
Es cierto que alaba la actitud de los milicianos, pero más desde un punto de vista cívico que desde cualquier otro. Más como defensores de ideales y libertad, que como aguerridos militares que como queda claro en su mayoría no eran. Incluso señala que esos defensores de Madrid supieron en ese momento concreto anteponer el interés general por encima de las trifulcas partidarias, que no se molesta en ocultar.
 
Conviene recordar asimismo que Rojo no fue un hombre de partido. No tuvo afiliación alguna y  se mantuvo fiel a su creencia católica que no ocultó nunca. Por lo tanto, a nuestros efectos,  tampoco se le podría descalificar por la vía del servilismo ideológico puesto a disposición de tal o cual facción. Evidentemente es crítico con los que causaron el desastre de la guerra y sus sostenedores a los que, sin duda conoció bien.
 
Pero, además, desde un punto de vista estrictamente constitucional, Vicente Rojo mantuvo una actitud de lealtad al régimen de libertad que los españoles habían querido. No cabe,  por tanto, descalificarle por ello y decir que no cumpliera con sus obligaciones militares.
 
Pero, centrándonos en su libro,  no es menos dura su crítica para quienes, desde posiciones teóricamente liberales y democráticas dieron la espalda a la República con su actuación en el nefasto Comité de No-intervención sobre la que abunda en varias ocasiones. Aporta una serie de datos que aclaran meridianamente la falsedad que se ha mantenido a lo largo de los años, sobre las ayudas que recibieron unos y otros. No cabe más que concluir que las democracias hicieron la vista gorda ante los incumplimientos de Italia, Portugal y Alemania.
 
No es nimio el detalle que aclara el autor sobre la obligación contractual que tenía la República Francesa de ayudar al Gobierno legítimo de Madrid, tras la firma en 1935 de un acuerdo en este sentido, que estipulaba la entrega de armas en caso de necesidad por parte hispana. Lo más curioso del caso es que , por un lado, el acuerdo fue firmado cuando en España gobernaba la derecha (1935) y que fue incumplido cuando en Francia había en gobierno afín al Frente Popular. ¿Cabe mayor despropósito? 
 
Otro aspecto muy interesante es la ayuda de la Unión Soviética sobre la que siempre se han cargado las tintas. Según Rojo fue consecuencia directa de las defecciones de las democracias occidentales que no quisieron de modo alguno enfrentarse a la realidad de que Hitler y Musolini estaban ayudando con claridad al levantamiento de Franco, incluso desde antes de que este se produjera. No fue una ayuda generosa, ni en armas, ni en hombres como la de los dos dictadores.
 
Sobre la asistencia de los asesores soviéticos, especialmente el agregado militar de la embajada de la URSS (coronel Górev),  deja claro que en momento alguno interfirieron en lo que se refiere a los aspectos militares de la defensa de Madrid y que se mantuvieron siempre a una distancia de respeto.
 
No omite el libro críticas muy severas al Gobierno de la Republica: Rojo es muy severo con un ejecutivo que abandonó la capital a su suerte, convencido de su imposible defensa, y se trasladó a Valencia de forma poco digna. No cabe duda de que fue una auténtica huida.
 
Cuenta incluso una anécdota que si no fuera por lo patético de la situación sería graciosa. Pidieron refuerzos materiales desde Madrid a Valencia, donde se había instalado en Ministerio de la Guerra y contestaron con un telegrama para que les enviaran la vajilla que se había quedado en Madrid.
 
Tampoco ahorra juicios drásticos a la situación militar que considera sencillamente catastrófica y aclara que, pese a lo que se ha pretendido decir después, en las primeras jornadas de la defensa de la capital, cuando se rechazó claramente la primera ofensiva de los facciosos no había en Madrid ni un solo integrante de las Brigadas Internacionales (BI).
 
Pone Rojo mucho énfasis en esta cuestión porque, al tiempo que quiere desbaratar una mentira muy extendida, desea dar más talla a la actitud de los madrileños que el día seis de noviembre de 1936 eran prácticamente los habitantes de una ciudad a punto de caer (incluso se llegó a anunciar por radio su conquista) y dos jornadas después habían rechazado el ataque y organizado una defensa basta sólida como se demostró durante tres años.
 
Desde el punto de vista militar reconoce que la República tuvo que sostener, con o sin BI, una guerra meramente defensiva, que no tuvo casi nunca la iniciativa más que en maniobras de distracción, como las de Guadalajara, Ebro, etc. que no pudieron verse continuadas por la agobiante falta de material y de recursos humanos.
 
Al final llega el lector a reconocer, en la misma línea del autor, que no sólo fue un milagro (palabra de Rojo) que Madrid no cayera el seis de noviembre en poder de los facciosos, sino que el ejercito de la Republica pudiera, en esas condiciones de penuria interior, y de abandono exterior, sostener una guerra contra tan poderosos enemigos.
 
Así pues, libro muy recomendable para los que quieran con sinceridad saber más sobre la defensa de Madrid contada por un protagonista excepcional, e imprescindible para los que deseen saber que sucedió exactamente en esos días.
 
Txema

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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