asesinato imperial

Opinión:

Comienzo a aburrirme de esa costumbre tan extendida que consiste en narrar unos hechos extraños y, a veces demasiado sangrientos u horribles, para introducirte en una historia y luego continuar la narración dos años después de los hechos, o tres, o cien mil… Especialmente en casos como en el de Asesinato imperial, en los que no hacen falta este tipo de artificios. La historia engancha por sí sola, sin necesidad de recurrir a ellos.

Paul Doherty utiliza un lenguaje sencillo y comprensible que hace de la lectura un ejercicio placentero. Su narración está bien estructurada y la interrelación entre los personajes está  muy conseguida, tanto en la propia caracterización como en su dependencia con el resto, de tal forma que son verdaderamente “redondos”.

Es de agradecer su documentación sobre la vida popular romana que aporta en forma de trazos precisos en los lugares idóneos para que el lector pueda hacerse una idea de los ambientes que recorren los personajes.

Aunque el autor nos narra una serie de asesinatos que hay que resolver, no se solaza en ellos ni nos provoca una mueca de disgusto exhibiendo en demasía el arte del asesino, cosa que el lector agradecerá después de tantos crímenes truculentos en otras novelas que nos recuerdan a las películas de serie B rebosantes de entrañas, sangre y gritos.

Quizá los únicos errores atribuibles al autor, que enseguida dejan de tener importancia, se encuentran en los diálogos iniciales entre la madre del emperador y Claudia, la sobrina de un tabernero cualquiera, que resultan demasiado cercanos y amistosos. La emperatriz le cuenta a la muchacha cómo funciona la alta política romana de una forma tal que un elevado mandatario nunca confiaría a un plebeyo. Sin embargo, es justificable en cuanto a que son datos que el lector necesita conocer para entender la situación en la que tendrá que moverse la protagonista. Por otra parte, su exceso en el uso de adjetivos y adverbios terminados en –mente ralentizan la acción y confunden más que aclarar. Ya lo dijo Vicente Huidobro: el adjetivo cuando no da vida, mata.

En las últimas páginas, Paul Doherty se dedica a atar los cabos sueltos para contarle al lector una historia redonda. Aunque no los ata todos y deja la puerta abierta para nuevas aventuras de la joven Claudia.

Me gustaría destacar la buena presentación del libro en cuanto a diseño, formato y maquetación con algunas leves imprecisiones en la división de los diálogos y la repetición, en varias ocasiones, de las mismas palabras en un solo párrafo.

Por lo demás, la obra se lee con rapidez y sabe entretener al lector con un ritmo dinámico muy bien estructurado.
 
Gemma Nieto