Anoche hablé con la luna (juvenil)
Título: Anoche hablé con la luna (juvenil)
Título Original: (Anoche hablé con la luna, 1993)
Autor: Alfredo Gómez Cerdá
Editorial:
Edelvives
Colección: Alandar
Copyright:
© 1993, Alfredo Gómez Cerdá
© 1993, Edelvives
Edición: 1ª Edición, 1993ISBN: 9788426362094
Tapa: Blanda
Etiquetas: literatura juvenil juvenil lij literatura española
Nº de páginas: 171
Argumento:
Luz es una adolescente acuciada por un grave problema que se niega a aceptar. Su mundo se desmorona, ella es consciente pero prefiere ocultarlo y evadirse al Gran Parque, espacio mítido donde se siente protegida. Allí conoce a Rafa, un chico raro, que todas las tardes monta sus parapetos y realiza una representación de marionetas para sí mismo. Cuando vuelve a casa relee una y otra vez las cartas que recibe de su amiga Soledad. Esas cartas son su única válvula de escape, un trasunto de sí misma. Sus padres y su hermano regresan, pero el diálogo inexistente entre los primeros y la indiferencia del segundo, que vive su mundo aparte, la exasperan todavía más. Algunas noches su padre entra en su habitación abusando de ella. El sentimiento de odio y rabia se diluye y lo que queda es un inmensa compasión que la palariza. Es incapaz de actuar. Un día, su hermano Quique le enseña el puente desde el que piensa practicar puenting. Este hecho le proporcionará una pista sobre lo que debe hacer. Sin embargo será la luna quien se aliará con ella. Ella allanará el camino hacia la seria y dolorosa determinación que ha tomado. Sólo hay un problema ¿será capaz Luz de llevarla a cabo?
Opinión:
He aquí mi opinión personal acerca de uno de los libros más
interesantes que he recomendado a mis alumnos y que de seguro os
gustará tanto como a mi misma.
Confiesa Alfredo Gómez Cerdá que su afición
por la escritura le viene desde niño, cuando leía sus escritos a
sus compañeros de juegos. Esa naturalidad se palpa en cada una de
las páginas de sus libros. Una especial predisposición para captar
el lado inusual de las situaciones narradas nos hace copartícipes
de las historias. Historias como la de "Anoche hablé con la luna"
que se pliegan de tal modo a la triste y dura realidad de sus
protagonistas que el lector se siente totalmente atrapado por su
lectura.
El problema de Luz -una adolescente que se enfrenta al acoso
sexual de su padre- no se desenmascara hasta que no descubrimos que
las cartas que escribe su amiga Soledad no son más que un trasunto
de sus propias vacilaciones ante la imposibilidad de encontrar una
solución cabal a la cruda realidad. La solución pasa
irremisiblemente por la confesión a su madre de su secreto y la
denuncia a la policía. Luz es consciente, pero en vez de tomar esa
determinación, decide inventarse una amiga imaginaria a quien
trasladar su dolor, de manera que es ella misma la que insiste en
buscarle soluciones, la que apremia a la otra a que se decida una y
otra vez a acabar con el problema que le está aniquilando.
Nuestra protagonista ha sentido siempre un gran amor hacia su
padre, a quien es incapaz de odiar, ni siquiera ahora. Conoce su
frustración, su incapacidad para resolver sus problemas, su falta
de iniciativa o coraje ante los envites de la vida: un trabajo que
en modo alguno le satisface, un matrimonio roto ya por sus continua
falta de aplomo para exigirse soluciones que siempre se esperan de
los otros, pero que nunca parten de uno mismo, una total ineptitud
hacia el entorno familiar …Por mucho que intente hacer valer su
autoridad esta se diluye a cada paso en la lectura, su cobardía
asoma en la escena final cuando accede a la proposición de su hija,
cuando se sube al puente, pero es incapaz de arrojarse al vacío,
incapaz de hablar con ella.
Ese desencanto ante la vida también afecta a la madre de Luz. La
joven cree que si sus padres volvieran a quererse se acabarían sus
problemas y todo volvería a la normalidad. De ahí que le reproche
que no intente recuperar su matrimonio, que asuma de antemano que
no hay vuelta atrás. La desesperación de Luz es tal que llega a
preguntarle a su madre sobre la periodicidad de sus relaciones
sexuales. Por supuesto la madre no entiende lo que le pasa a su
hija. Intenta indagar en el problema, pero ante las continuas
increpaciones de ésta, no haya otra salida que pedirle que no
interfiera en su vida, que se dedique únicamente a vivir la propia
sin preocupaciones, como hacen otros adolescentes de su edad. Esa
barrera que las separa se diluye en ocasiones, como cuando acepta
pasear por el gran parque con ella, pero esos atisbos de
complicidad se difuminan inmediatamente cuando cada una toma
conciencia de su propia identidad. Luz sabe que no forma de su
carácter la rebeldía, sus continuos reproches son fruto de su
desesperación, pero en ningún modo forman parta de su carácter. Su
madre - ella es consciente- fue fuerte a su edad, rebelde, llena de
vitalidad. Ahora es un ama de casa acomodaticia incapaz de mover un
dedo por asegurar su matrimonio o escuchar a sus hijos.
Tampoco Quique -su hermano- puede ayudarla. Su hermano asume el
papel del adolescente que vive su propio mundo sin preocuparse de
lo que le rodea. Se adscribe así a la idea que la madre tiene de
los adolescentes actuales y que queda patente en sus conversaciones
con su hija.
La protagonista sentirá pues la necesidad de evadirse una y otra
vez. Cada mañana se dirige al Gran Parque, lugar donde el contacto
con la naturaleza, le crea una ilusión. Traspasa sus puertas día
tras día como si de una frontera protectora se tratara. Allí se
confunde con la naturaleza, puede deambular sin rumbo fijo y no
sentir la presión. El hecho de que su padre sea jardinero es un
incentivo más. Es en ese lugar donde conocerá a Rafa.
Rafa le enseña que la vida se la forja uno mismo, es uno mismo
quien decide lo que debe hacer. La libertad con la que acude al
gran parque a realizar su función sin otro público que uno mismo,
le ayudará a Luz a olvidarse por momentos de sus problemas. Sus
representaciones muestran la valerosa lucha entre un dragón y un
caballero por la dama. Esa lucha titánica es injusta. El dragón es
muerto por el caballero, ante la mirada expectante de la dama que
llora su pérdida, y la de Luz que se involucra en la historia. La
representación muestra que somos marionetas movidas por hilos
invisibles que nos obligan a seguir unos cánones preestablecidos a
priori. Sin embargo a veces los hacedores, los que dirigen los
hilos, llegan a confundirse con sus personajes hasta el punto de
ser incapaces de deslindar el territorio donde se bifurca lo propio
de lo ilusorio. De ahí que Luz sienta fascinación por alguien capaz
de buscarse la vida haciendo lo que realmente le gusta, sin
preocuparse demasiado por las ataduras a las que nos somete la
existencia: el dinero, la comida, la vivienda... Parece que nada le
preocupe tanto como exteriorizar para sí mismo y no para otros su
pasión por el teatro. También Luz traspasa esa frontera ilusoria
creándose a si misma: su soledad se convierte en ese personaje
pertinaz que vuelca hacia fuera su mísero existir: un existir
fulminado incomprensiblemente por la persona que más quiere y a la
que debe destruir.
No será Rafa quien que le proporcione una solución a sus problemas
ni tampoco Quique, su hermano, si bien es verdad que la visita al
puente desde donde éste piensa practicar puenting le allanará el
camino. La protagonista creerá que ha sido la mágica luna y a ella
se aferrará con fuerza. Ella es la confabuladora, ella es quien le
habla mostrándole cómo librarse de una vez para siempre de sus
problemas. A ella dirigirá su grito de desesperación, y gracias a
ella, tomará una determinación:.... (cortado por destripar
demasiado argumento)
No es anecdótico -piensa Luz - que en su última visita al gran
parque su amigo Rafa este representando su obra maestra emulando a
Machín. Luz se siente descubierta cuando Machín comienza a tararear
su canción más conocida: "Anoche hablé con la luna". Rafa insiste
en un hecho: se trata de su número más preciado. En ese instante
Luz comprenderá que la vida se mueve muchas veces por impulsos
instintivos. Rafa la acepta tal y como es, con esa serenidad del
que se sabe capaz de dirigir su destino sin preocupaciones ni
falsas expectativas. Esa fascinación le llevará a ir en su busca
tras alejarse de su padre, al que no puede ....(cortado por
destripar demasiado argumento)
La maestría del relato no reside tanto en la historia contada, una
historia más de las que cada día asaltan las páginas de los
periódicos mostrándonos como los seres humanos podemos arrastrar a
nuestros seres más queridos en nuestra caída. La fuerza narrativa
de la obra se sustenta en gran medida en la capacidad del autor que
se adentra en la difícil mente de una adolescente, y consigue una
radiografía de su angustia, su miedo, su amor, el terror inminente
al fracaso. El autor muestra una capacidad inusitada de descubrir
el lado más amargo de la realidad con un lenguaje tremendamente
poético, donde se dan cabida las voces de los personajes atrapados
en la maraña de la vida y donde el personaje de Luz se nos muestra
de forma luminosa. Sus contradicciones arrancan de la difícil
situación que le ha tocado vivir. Los personajes que la rodean no
están estereotipados. El autor configura sus acciones con gran
acierto, hasta conseguir apartarlos de sus tipos. Ese acierto
alcanza incluso al personaje de Soledad, ese trasunto que se forja
Luz en su intento por romper sus miedos, arrojarlos a la papelera y
encontrar una solución premeditada que se vea ofuscada por la
compasión ni por ningún otro sentimiento pertinaz que le una a su
padre...
El autor consigue en todo momento forjar la atmósfera precisa. En
ese territorio se dan cita tanto las situaciones poéticas que
recrean el papel protector que representan tanto el "Gran parque"
como el personaje de Rafa; con otras donde lo privativo es la
tensión con la que se nos desvela sus continuas apreciaciones sobre
su madre, su padre, su hermano, su soledad... que gracias a su
trasparencia se convierten en fieles retrospectivas de sus
caracteres, de su entorno y de sí mismos.
Agatha
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Comentario de los lectores:
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