Animales. La revolución pendiente

Opinión:

Antes de que algún lector no amante de los animales o forofo de esas tradiciones españolas tan arraigadas en infinidad de pueblos, en los que el motivo de celebración consiste en torturar y/o matar animales, voy a apuntar que la lectura de este libro debería interesarle por un motivo simplemente egoísta: la propia supervivencia de nuestra especie.

También anticipo que aquellos que amamos a nuestros compañeros de viaje y sufrimos por el maltrato que millones de seres padecen a diario en granjas, circos, zoos, laboratorios... y en los transportes que los llevan al matadero, no lo pasarán muy bien con esta lectura. Reconozco que me ha costado leer, y no por el estilo de la autora, que es llano, directo, instructivo, incluso intimista en ocasiones y sembrado de anécdotas, sino porque me ha puesto los pelos de punta ante una evidencia que, una vez escrita y acompañada de estadísticas, me ha partido el corazón.

Sí, he tenido que tomar aire... Y no hay nada que no supiera, hubiera presentido o intuido, ciertamente, más todavía desde que las redes sociales han irrumpido en nuestras vidas. Pero esta nueva constatación escrita y documentada de lo que es el HORROR en el que malviven y mueren millones de seres vivos que, como nosotros, sienten, padecen, poseen una identidad propia y la capacidad de ser felices o sentir miedo y dolor, me ha parecido demoledora.

"Los animales no son algo, son alguien", afirma Silvia Barquero. Quienes no albergamos duda alguna acerca de ello, no lo pasaremos bien con esta lectura, pero ampliaremos nuestros conocimientos y podremos ver que, si no ponemos freno, la humanidad camina hacia el desastre...  La Tierra ya no puede reciclar los miles de millones de pruritos que las granjas producen a diario y acaban contaminando los acuíferos, con lo que, tarde o temprano, regresan a la cadena alimentaria a través de los cultivos; la superpoblación de animales destinados a convertirse en carne también es una fábrica de gases contaminantes que debilitan la capa de ozono, y si tenemos en cuenta que la cantidad de cereales que sirven de pienso a esos seres hacinados en granjas es casi la mitad de la producción mundial, no hace falta ser un genio en Matemáticas para ver que el sistema no se aguanta.

No voy a enumerar todos los horrores que padecen millones de animales, es preferible que los leáis. Solo voy a anotar que en esta sociedad marcada por la producción y la economía, no importa que las gallinas vivan hacinadas en un espacio mínimo, sin apenas poder moverse, que lo mismo ocurre con los cerdos y terneros, seres tratados como mercancía a los que se les priva de cualquier derecho y a vivir medianamente bien el corto tiempo de vida que les concedemos. Si nosotros nos consideramos los "reyes de la Creación", deberíamos reflexionar si las atrocidades que cometemos con animales de granja o el disfrute que les produce a algunos torturar a seres vivos en honor "al santo de..." o "la Virgen de..." es aceptable. Pero si con los de nuestra propia especie somos tan inmisericordes, ¿qué esperamos sentir por los que no los son?. En cualquier caso, esa reflexión deberíamos tenerla presente si deseamos que la humanidad evolucione más allá de en lo tecnológico, que eso sí lo hacemos.

La experimentación, que podría sustituirse hoy en día por fórmulas más fiables, todavía persiste porque manda el dinero. Y castrar a los lechones de pocos días sin anestesia o tirar pollitos macho recién nacidos (¡vivos!) a una trituradora es otra prueba de que prima el negocio por encima de la moral.

En mi opinión, "Animales. La revolución pendiente" es una obra que debería distribuirse en los colegios e institutos. Sin duda alguna, nuestros niños y adolescentes desarrollarían una empatía hacia TODOS los seres y, por ende, hacia los de nuestra propia especie. Solo poniéndose en el lugar del otro se puede comprender que la tortura no es cultura, que una tradición ancestral violenta no merece ser repetida en el siglo XXI y que, si hablamos de personas, que haya desigualdad, hambre y desolación porque unos pocos atesoran lo que nunca podrán gastar, no es un camino ejemplarizante.

"Los animales no son ALGO son ALGUIEN" y yo añado otra cita que me parece muy loable: "Trata a los demás como desearías que te trataran a ti". Con esas premisas, podríamos crear un lugar mejor para todos, sin duda alguna.

Pilar López Bernués