Anika entre libros

¡Mira los arlequines!

Ficha realizada por: Darío Luque
¡Mira los arlequines!

Título: ¡Mira los arlequines!
Título Original: (Look at the Harlequins!, 1974)
Autor: Vladimir Nabokov
Editorial: Cátedra
Colección: Biblioteca Cátedra del Siglo XX


Copyright:

© 1974, Dmitri Nabokov

 © 2018, Javier Aparicio Maydeu (de esta edición crítica)

 © 2018, Grupo Editorial Sudamericana (de la traducción)

 © 2001, 2018, Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S. A.)

Traducción: Enrique Pezzoni
Edición: 1ª Edición: Septiembre 2018
ISBN: 9788437638706
Tapa: Blanda
Etiquetas: autobiográfica biografía ficticia Nabokov diario memorias parodia literatura rusa literatura estadounidense alter ego romance mujeres bolcheviques amor pederastia metaliteratura universidad
Nº de páginas: 352

Argumento:

Narrada y protagonizada por un tal Vadim Vadimovitch N. (evidente anagrama del nombre de su autor), "¡Mira los arlequines!" es una autobiografía ficticia que narra una existencia cercana a la que vivió Vladimir Nabokov, pero con ciertos elementos subvertidos.

Vadimovitch, a quien algunos personajes llaman McNab, se remonta a sus orígenes rusos y a sus impresiones sobre la revolución bolchevique. Cuenta también su estancia en la Universidad de Cambridge y se explaya, no sin cierto morbo, en una intrincada vida romántica y sexual en la que se sucedieron distintas mujeres: la tierna Iris, obsesionada con aprender ruso para leer los libros de su marido; Annette, despistada mecanógrafa que trabajó a su servicio, y Dolly, la hija de un matrimonio cercano. Entre estos romances, el narrador intercala la experiencia de confección de cada una de sus novelas, que ocultan bajo títulos distintos las verdaderas obras de Vladimir Nabokov, el auténtico protagonista de la obra.

 

Opinión:

 

Es inevitable que el nombre de Vladimir Nabokov remita automáticamente a su obra más conocida, "Lolita", y más aún tras la revisión moral que cierto sector de la crítica está llevando a cabo. Sin embargo, y como afirmó el propio autor, sus obras abarcan mucho más allá del abyecto y perturbador Humbert Humbert. Entre los muchos juegos literarios con los que se divirtió Nabokov -para él, la escritura siempre fue un juego- destaca el último de todos, "¡Mira los arlequines!", novela publicada pocos años antes de su muerte. En ella, la realidad se pone al servicio de la ficción para orquestar una feroz y gloriosa crítica en todas direcciones.

"¡Mira los arlequines!" viene a ser el diario de Vadim Vadimovitch N., alter-ego evidente de Vladimir Nabokov, pues, más allá del anagrama onomástico, coinciden en numerosos aspectos vitales. Vadimovitch es, como Nabokov, un escritor de origen ruso aficionado al ajedrez y apasionado por las mariposas. Además, distintos datos biográficos refuerzan esa conexión: la huida de Rusia tras la revolución bolchevique, su estancia en la Universidad de Cambridge y la docencia en una universidad americana, entre otras cosas. El hilo conductor que el narrador sigue desde el inicio son las "tres o cuatro sucesivas esposas" que tuvo Vadimovitch; son ellas quienes hilvanan un relato mordaz que refleja la voz más cínica de Vladimir Nabokov. El punto de partida es el momento en que Vadimovitch (podemos llamarlo McNab, pues así se le apela en la novela) conoce a Iris, hermana de su amigo Ivor Black, compañero de clase en Cambridge. Junto a esa primera historia de amor, el narrador intercala recuerdos de su infancia, como la extraña y casi anecdótica tía abuela cuyo precepto recordará siempre: "¡Mira los arlequines" […] ¡Inventa el mundo! ¡Inventa la realidad!".

Y precisamente ese es el objetivo que Vladimir Nabokov se propone en esta novela: inventar un mundo, inherente al suyo, pero al mismo tiempo paralelo a él. La clave esencial de lectura para entender "¡Mira los arlequines!" se encuentra en otro texto del autor, "Habla, memoria", su autobiografía. Si uno ha leído ese texto anteriormente, hallará en esta novela ecos de los recuerdos y vivencias que relató Nabokov en esas memorias. No es algo casual: con "¡Mira los arlequines!", Vladimir Nabokov se propone hacer un juego autoparódico mediante la falsificación de recuerdos auténticos. El lector deberá recurrir a su sagacidad literaria para actuar como detective y descubrir qué pasajes de la obra remiten implícitamente a la dimensión de lo real, y cuáles actúan como subversiones de lo vivido. De hecho, el escritor ficcional Vadim Vadimovitch cuenta y analiza cada una de sus obras, que se corresponden, de manera caricaturesca y jocosa, con gran parte de la producción del propio Nabokov.

Además del juego metaliterario y autoparódico, eje estructural del texto, "¡Mira los arlquines!" combina otros elementos que los lectores ya habían podido leer con anterioridad en las novelas nabokianas. En primer lugar, el personaje psicótico que roza la subversión del escritor mismo, y cuyo tema recurrente en esta novela será una enfermedad imaginaria consistente en no poder dar la vuelta cuando se imagina caminando (a nivel metafórico, parece una sagaz reflexión sobre el irreversible paso del tiempo). Finalmente, Vladimir Nabokov se permite divertirse ya no solo con el argumento y los personajes, sino también con el estilo: el diario novelado tiene momentos en los que da paso a episodios de diálogo teatral e incluso, en una apasionante vuelta de tuerca, llega a emplear los elementos típicos de la novela de detectives.

"¡Mira los arlequines!" es la novela que Vladimir Nabokov concibió como síntesis y cierre de toda su producción literaria. Una obra divertida, densa y extraña que requiere al lector más despierto para atar todos los cabos sueltos o, mejor dicho, ocultos por el tupido velo de la ficción.

 

Darío Luque

 

 

 

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