Y solo quedaron las migas

Opinión:

"Y solo quedaron las migas" es la primera entrega de "The Cookie House", protagonizada por la chef pastelera y detective aficionada Kate McGuire, y que es obra de Eve Calder, que ya tiene otros dos títulos publicados de esta misma serie, que es de suponer que irán apareciendo, publicadas como esta de ahora por la editorial Alma en su colección "Cozy Mystery".

La portada de este volumen es muy completa, con multitud de detalles relacionados con la historia, como es la casa de dos plantas, el aparador lleno de galletas y pasteles, el cartel de búsqueda de ayudante, el macizo floral, ese coche ostentoso de la víctima y, en primer plano, Oliver, el perro que se gana los corazones de todos.

La narración es en tercera persona y está centrada en el protagonismo absoluto de Kate, que siempre estará en el foco de la acción, mostrando tanto sus movimientos como sus pensamientos, además de que buena parte del tiempo estará preparando galletas de un montón de variedades (Nota: si se acompaña la lectura con un plato o bandeja de galletas cerca, seguro que se acaban antes de finalizar el libro).

La intriga es patente desde el principio, a poco que se instala Kate, que por su precaria condición económica, se tendrá que contentar con una habitación, más bien un almacén, encima de la panadería, donde ya la primera noche tiene una sorpresa desagradable, que será también cuando acabe recogiendo al perro Oliver, que ha contribuido a que esa sorpresa se largue por donde ha venido.

Otro aspecto importante es el ambiente de buena vecindad que reina en todo momento, que todos ahí se conocen y tiene trato cercano, no en vano Coral Cay es una isla que, tal como se presenta, hace suponer que tiene unas dimensionas reducidas, aunque da para tener alguna carretera. Claro que como la acción se centra en lo que es la población y casi conoceremos todos los comercios de la localidad, no es de extrañar que Kate se agencie una bicicleta para desplazarse y llevar los encargos que haya recibido.

Aunque también haya una especie de club que se dedica a resolver crímenes literarios, realmente sólo aparece como tal en una reunión de grupo que, sin embargo, es importante para lograr la colaboración de unos contactos interesantes, que luego echarán una mano a Kate y su nueva amiga y vecina Maxi, consiguiendo que avance la investigación, que a poco de empezar se complica, pues, al muerto reciente, se añade otra muerte unos pocos días antes y ambas están relacionadas, ya que ha sido el mismo veneno en ambas víctimas.

De todas maneras, la acción transcurre entre hornadas de galletas, que Kate casi no para ni un momento de prepararlas, y unos cuantos paseos en busca de informaciones que consigan exculpar a Sam, el propietario, que sigue detenido. Poco a poco, que el trabajo en The Cookie House no les permite escaquearse todo lo que querrían, consiguen encauzar la investigación, de manera que quede exonerado por completo de las acusaciones.

Pues sí, que "Y solo quedaron las migas" es una novela muy entretenida, con una lectura muy atractiva, que absorbe por completo… siempre que no haya galletas cerca.

Selin