Veladas en un caserío de Dikanka
Título: Veladas en un caserío de Dikanka
Título Original: (Вечера на хуторе близ Диканьки, 1832)
Autor: Nikolái Gógol
Editorial:
Akal
Copyright:
© 2025, Ediciones Akal
Traducción: Manuel Ángel Chica BenayasEdición: 1ª Edición: Septiembre 2025
ISBN: 9788446057451
Tapa: Blanda
Etiquetas: magia mitos brujería romanticismo costumbrista relatos folklore literatura rusa recopilatorio de autor demonios supersticiones recopilación siglo XIX vida rural fe y creencias tradiciones Ucrania
Nº de páginas: 280
Argumento:
"Veladas en un caserío de Dikanka" reúne ocho historias ambientadas en aldeas ucranianas donde lo cotidiano convive con lo maravilloso y lo demoníaco. En la primera, un romance entre dos jóvenes se ve trastornado por la aparición de un objeto supuestamente diabólico que desencadena persecuciones, equívocos y un caos festivo. La siguiente sigue a un muchacho ambicioso que, seducido por un forastero misterioso, acepta participar en un pacto oscuro que lo conduce a la ruina moral y emocional. En otra, un enamorado trata de conseguir la aprobación del padre de su amada mientras se cruza con los espíritus de unas jóvenes ahogadas que reclaman justicia desde el fondo de un estanque encantado. A continuación, dos cosacos deben entregar una carta crucial en la corte de la zarina, misión que los arrastra a una taberna de brujas y a un torneo sobrenatural donde todo, incluso el alma, puede cambiar de manos. La quinta historia sigue a un herrero enamorado que, decidido a conquistar a la mujer que ama, se enfrenta a un diablo burlón y a la algarabía de un pueblo entregado a los excesos de la Nochebuena. Después, una tragedia familiar estalla cuando un brujo siniestro irrumpe en la vida de su propia hija y de su yerno, arrastrándolos a un destino marcado por la maldición, la venganza y lo fantástico más oscuro. En la penúltima, un joven tímido intenta resistirse a los planes matrimoniales de su tía y se enreda en una cadena de malentendidos que rozan lo absurdo. La última historia cuenta la noche en que un campesino, obligado a dormir en un rincón del bosque reputado por estar embrujado, termina confundiendo sueño y realidad mientras fuerzas inexplicables juegan con su imaginación.
Opinión:
Darío Luque
Nikolái Gógol escribió "Veladas en un caserío de Dikanka" entre 1831 y 1832, cuando era un autor prácticamente desconocido y todavía buscaba una voz propia. Publicados en dos entregas anónimas firmadas por el supuesto apicultor Rudy Panko, estos relatos sorprendieron a la crítica rusa por su mezcla insólita de folclore ucraniano, humor grotesco y una imaginación que parecía no deberle nada a nadie. De hecho, las "Veladas" inauguraron el ciclo ucraniano de Gógol y sentaron las bases de una poética que más tarde desembocaría en "Almas muertas" y en los grandes cuentos petersburgueses. Aprovechando sus propias experiencias de la infancia y el conocimiento del folclore para escribir estos relatos, Gógol logró con estos relatos su primer gran éxito literario, en una obra que ahora edita Akal en traducción de Manuel Ángel Chica Benayas.
La primera parte del libro reúne cuatro relatos muy distintos entre sí. En "La feria de Soróchintsy", una historia de enamorados se mezcla con un objeto perdido que parece pertenecer al diablo y que desencadena malentendidos, persecuciones y risas. "La víspera de Iván Kupala" narra la tragedia de Pétrus, un joven seducido por la promesa de riqueza de un misterioso forastero, cuyo pacto demoníaco acaba destruyendo todo lo que ama. También "La noche de mayo (o La ahogada)" parte de una leyenda local: Levkó persigue la bendición del padre de su amada mientras, en un estanque encantado, reaparecen los espíritus de muchachas muertas que buscan justicia. Por su parte, "La carta perdida" sigue a dos cosacos encargados de entregar una misiva crucial a la corte de la zarina, misión que los conduce a una taberna de brujas y a un concurso sobrenatural donde se gana (y se pierde) hasta el alma.
La segunda parte abre con "La noche de Navidad", quizá el relato más célebre del conjunto: Vakula, un herrero enamorado, debe enfrentarse a un diablo burlón y a un pueblo entero dominado por la algarabía festiva para conquistar el favor de Oksana. "Una terrible venganza" supone el reverso oscuro del libro: una tragedia familiar donde un brujo siniestro arrastra a su hija y a su yerno a un destino marcado por el crimen, el incesto simbólico y la maldición ancestral. En "Iván Fiódorovich Shponka y su tía", Gógol vuelve al humor doméstico: un joven tímido, presionado por su tía para casarse, intenta esquivar su propio futuro en una comedia de vacilaciones y terrores cotidianos. Finalmente, "Un lugar embrujado" cuenta con ligereza la experiencia de un campesino que pasa la noche en un rincón maldito del bosque, donde sueño, miedo y exageración folclórica terminan confundiéndose.
En conjunto, "Veladas en un caserío de Dikanka" nos ofrece la posibilidad de asomarnos al laboratorio donde Gógol ensayó los temas, tonos y obsesiones que marcarían su trayectoria posterior. La convivencia sin fricción entre lo cómico y lo siniestro, la reinvención literaria del imaginario ucraniano y la tensión entre tradición y modernidad convierten estos relatos en un hito de la literatura rusa del siglo XIX. También permiten leer, en clave histórica, la compleja relación entre Rusia y Ucrania, pues el autor escribe desde un territorio fronterizo, y dota a su mundo campesino de una dignidad estética inédita. Por su vitalidad, su audacia formal y su potencia imaginativa, las "Veladas" siguen siendo una puerta privilegiada a los orígenes de un autor decisivo.
Darío Luque
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Ariodante
Gógol es situado como un autor que no se distancia de los grandes escritores rusos: Pushkin, Tolstoi, Dostoievski, Turgeniev. La intención de la escritura de Gógol es reformadora, más moral que política. En su obra se aprecia una mezcla de realismo social con gran sentido del humor, y elementos fantásticos y mágicos, en la tradición de E.T.A. Hoffmann. Se podría imaginar que, en la época en que Gógol escribía, la censura era férrea, y su derivación hacia lo fantástico podría ser un intento de eludirla.
En 1831, Gógol se vincula a la universidad como profesor de historia, y allí conoce a Pushkin. Ese mismo año agrupa unos relatos en el libro "Veladas en un caserío de Dikanka". Estos relatos bucólicos consiguen el aplauso de la crítica y del público. La obra está estructurada en dos partes, precedida por una Introducción a cargo de un imaginario colmenero del pueblo, un tal Rudi Panko, que es el supuesto narrador de las siguientes historias. Aunque algunas le son atribuidas a un diácono de una iglesia cercana. La feria de Soróchinets, La noche de San Juan, La noche de mayo o la ahogada, La carta perdida, componen la primera parte, y La Nochebuena, Terrible venganza, Iván Fiodórovich Shponka y su tía, y por último, Un lugar embrujado, la segunda.
Al leer estos bucólicos relatos, imaginamos a rollizos mozos, rebosantes de alegría y de deseo, rubias y dulces jovencitas a la espera del amor, padres amargados por la monótona vida del mujik , fantasmas, diablos y brujas, borrachos cantando al son de sus balalaikas y toda una colección de personajes que pululan por aldeas bajo la crujiente nieve y alrededor de inmensas estufas donde se cuentan una y otra vez historias increíbles que todos creen y con las que sueñan, en las largas noches invernales bajo los inmensos colchones en sus pobres camastros. El Diablo es un personaje recurrente, adoptando todo tipo de formas, apareciendo y desapareciendo y tramando maldades por doquier. La ingenuidad de las gentes campesinas, sus anhelos y goces simples, las vidas de estas gentes, entre las alegrías cotidianas y los miedos nocturnos, oscilan siempre entre la vida y la muerte, el día y la noche, Dios y el Diablo en una tierra blanca, donde el Invierno domina creando un mundo especial, encerrando a los campesinos en sus casas al calor de las estufas y del vodka, originando miles de leyendas que inmediatamente pasan a formar parte de las tradiciones locales a través de generaciones y que al llegar la primavera estallan en miles de canciones y bailes, en la alegría de vivir. Este es el mundo que Gógol refleja en estos relatos.
Ariodante
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Comentario de los lectores:
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