Palabrerío ibérico

Opinión:

"Palabrerío ibérico" es, más que un libro de palabras curiosas, un acto de escucha colectiva. O'Dogherty recoge, con el oído de un cómico y la curiosidad de un etnógrafo accidental, el habla viva de un país que se expresa con acentos múltiples. En cada término recopilado late una historia local, un giro de humor o una emoción compartida. El resultado es un diccionario sentimental que trasciende lo filológico para situarse en lo humano: cómo hablamos cuando queremos decir quiénes somos.

El autor despliega aquí su faceta más observadora y afectiva. Su mirada sobre el lenguaje no es técnica, sino celebratoria: convierte los regionalismos en gestos de identidad y las jergas en expresiones de cariño. No hay erudición seca, sino una invitación a redescubrir la gracia espontánea de las palabras.

La cuidada edición de El Paseo subraya ese espíritu festivo y comunitario. La maquetación colorista y el recorrido provincial estimulan la lectura como un viaje visual por la geografía del idioma. Se trata de un libro que puede leerse de un tirón o abrirse al azar, pues cada página guarda una pequeña revelación: un término que nos devuelve a la infancia, una expresión que habíamos olvidado, una palabra que suena a casa o que simplemente estimula nuestra curiosidad.

El prólogo de Elena Herraiz (@linguriosa) encaja a la perfección en este espíritu de juego y divulgación. Herraiz, conocida por su labor en redes difundiendo curiosidades lingüísticas, reivindica el placer de observar el idioma sin solemnidad ni veneración a las instituciones, sino centrados en la dimensión humana. Con su complicidad, el libro se convierte en un puente entre el humor popular y la reflexión sobre cómo el lenguaje construye comunidad.

"Palabrerío ibérico" es, en definitiva, un homenaje a la lengua. Una obra fresca y entrañable que demuestra que el idioma no es un museo, sino un organismo vivo que evoluciona con cada voz compartida.

Rafael Ruiz Pleguezuelos