La noche de los cuchillos (Malaz: El imperio 1)

Opinión:

Cuando algo se pone de moda surgen cientos de historias que intentan alcanzar la fama de la original a toda costa, así ocurrió a raíz de la saga de "El Señor de los anillos" de Tolkien, y más recientemente con "Canción de hielo y fuego" de George R. R. Martin debido a su adaptación televisiva. Dos son los problemas que plantea esta búsqueda y/o repetición de la fórmula del éxito: comparar todas las novelas con sus predecesoras (craso error, pues cada una en su estilo son únicas, irrepetibles, e incomparables), y separar la gran cantidad de paja que se edita para quedarse con el grano. "La noche de los cuchillos" es un grano enorme que huye de las comparaciones, toda una bendición en un océano de plagios y revisiones.

El universo de Malaz no es nuevo, es un mundo que él y Steve Erikson crearon y que el último llevó al papel en la saga "Malaz: El libro de los caídos", aún así no estamos ante una precuela, más bien es un spin-off que narra los orígenes de esa tierra imaginaria. Para ello Esslemont utiliza un recurso poco explotado en este tipo de género, narrar la novela en acción (casi) real, todos los hechos que veremos ocurren en el lapso que va del ocaso al amanecer del nuevo día, prácticamente el tiempo que empleamos en leer la novela; si bien Patrick Rothfuss utiliza la misma técnica en "El nombre del viento", el escritor canadiense ha optado por condensar más lo hechos, ir al grano para no sobrecargar una historia que ofrece lo necesario para saber en qué nos estamos metiendo.

Esto no significa que sea una historia fácil, puesto que requiere cierto grado de concentración por parte del lector debido al detallismo del que el escritor hace gala. Sin falta de usar descripciones larguísimas e innecesarias, la cantidad de detalles que llenan las páginas de la novela nos harán avanzar pausadamente para no perdernos nada de lo que se nos cuenta, cada rincón de Malaz está extraordinariamente bien plasmado sin que falte nada y, más importante, tampoco sobre. Un claro ejemplo de que una lectura de género fantástico puede entretener sin acudir a la ligereza y la agilidad desbordantes para atrapar al público.

Demonios, magia, hechicería, jinetes de la tormenta, presagios funestos, configuran esta carta de presentación que nos arrastra a un mundo sombrío, lleno de supersticiones en las que las sorpresas darán más de un giro interesante a la acción. El saber dosificar los golpes de efecto se convierte en una de las bazas mejor jugadas de toda la trama, incluso lleva al lector a pensar en una dirección que no es obligatoriamente la que el desarrollo nos marca; de ahí que pensemos que los destinos de los protagonistas, Temple y Kiska, han de unirse en un momento dado, aunque no sabremos cómo, cuándo, dónde, o si en realidad eso va a pasar. Para reforzar el elemento fantástico, omnipresente en todas y cada una de las páginas del libro de una manera inusualmente sorprendente, veremos cómo se funden las realidades de una manera subjetiva, puesto que lo real y lo irreal se confunden dependiendo de quién se encuentra al otro lado de la línea divisoria, un argumento tan denso como el mundo que intenta mostrar.

Por último destacar el papel de la Luna Sombría, con una ambientación lóbrega y tenebrosa, una noche en la que el infierno se expande en todos los confines conocidos y que propicia que no nos salgamos de situación en ningún momento. Una historia para leer con paciencia y degustar los mil y un recovecos que el fantástico ofrece.

Si pasáramos por el filo de la navaja las novelas de fantasía épica de los últimos cuatro años, pocas sobrevivirían a "La noche de los cuchillos". De momento la primera entrega de "Malaz: El Imperio" pasa el corte y promete seguir alumbrando el camino a la luz de la luna.

Patricia Rubiera.