La educación soviética
Título: La educación soviética
Título Original: (L’education soviétique, 2014)
Autor: Olga Medvedkova
Editorial:
Acantilado
Colección: Narrativa del Acantilado
Copyright:
© 2014, Olga Medvedkova
© 2025, por la traducción, María Teresa Gallego Urrutia - Amaya
García Gallego
© 2025, Quaderns Crema, S. A.
Edición: 1ª Edición: Noviembre 2025
ISBN: 9788419958938
Tapa: Blanda
Etiquetas: adolescencia amistad religión Rusia amor comunismo educación contemporánea narrativa libros premiados literatura rusa novela juegos olímpicos años 80 emociones Unión Soviética vacaciones sociedad tradiciones relaciones familiares verano
Nº de páginas: 216
Argumento:
En 1980, ad portas del inicio de los boicoteados Juegos Olímpicos en Moscú, con un verano enloquecedor, Liza debe ir al pueblo donde nació su madre, son solo tres días pero que parecerán una década, porque descubrirá secretos, conocerá gente nueva y vivirá una experiencia vital que le hará descubrir un poco más de sí misma y de su familia.
Premio revelación de la Société des Gens de Lettres de Francia en 2014.
Opinión:
Ser adolescente es ya de por sí todo un reto. Y en los ochenta rusos, parece que es aún más compleja la cosa. Liza Klein, hija de un extranjero alemán y una ex aristocrática rusa, ve como su rutina veraniega se tambalea gracias a un cambio de planes materno.
- No, hija mía, este verano no vamos a Crimea (al parecer era lo más top del momento, si era verano y eras moscovita…), nos vamos a mi pueblo natal.
- Pero madre, quiero ir a Crimea, todos los años vamos a Crimea.
- Pues no y no. Y punto en boca.
Y al pueblo ese se han ido, que ni el nombre nos dicen, pero que es el mismito que aparece en el apellido de la madre. Cosas que pasan.
Liza pivota entonces entre como era su vida de más pequeña y la que lleva ahora, de las relaciones de su madre y de todo lo que le espera al llegar allí. No tiene expectativas, pero en el fondo, pues sí que las tiene.
Pero, ¿por qué ir al pueblo precisamente ahora? No es que hubiera razones de peso, pero ese verano tocaban las Olimpiadas en Moscú, boicoteadas, por cierto, debido a la intromisión del gobierno ruso en Afganistán… Quizás la madre prefirió un cambio a aires y empezar el verano en otro lugar y salir lo antes posible de Moscú, ad portas de una represalia del gobierno de Afganistán o lo que pudiera acontecer...
En todo caso, el asunto de viajar al pueblo materno tiene ya mucho de madre ejerciendo su voluntad y convirtiendo a la hija en una especie de atrezzo al que no se le presta atención para algunas cosas, pero para otras sí, al punto de que Liza se siente presa de los estudios y del "deber ser" que pondera su madre por encima de todo, porque a Liza se le abre un mundo al entrar en ese pueblo que jamás había pisado, conoce gente nueva, descubre parte de su pasado y, sobre todo, secretos enormes.
Pero no solo eso, esta visita se convierte para Liza en una especie de "rito de paso", es un cambio radical el que se le viene encima y no sólo desde el punto de vista familiar, es una etapa nueva acorde con sus cambios internos…
La pequeña Liza, el genio matemático, ojito derecho de mamá (para algunas cosas, ya se sabe) tiene la oportunidad de ser, por fin, ella misma. Y lo sabe y lo disfruta a tope.
Y en el intertanto pues conoce gente diversa, sobre todo del círculo de su madre, artistas, diletantes, pero gente de la bohemia moscovita, que ejercen cierta influencia en ella - la madre-, y Liza Klein, la ve con otros ojos. Ella que ya ni quiere ser una Klein, sino utilizar el apellido de su madre al obtener la mayoría de edad… lo está deseando, su padre ausente y fuera del país no tiene el derecho a ello, ve como su madre cambia radicalmente al estar en contacto con sus amistades de Moscú, pero en su ámbito más personal…
Todo es un cambio continuo, incluso la forma de verse a sí misma, Liza, porque esta novela nos habla del verano que ella cambió de niña a adolescente, pero también descubre más, ahonda en sus emociones, en los sentimientos, es el amor y en las ganas de experimentar nuevas aficiones o gustos. Una incesante búsqueda de sí misma que se percibe en todo el relato...
Y aún hay más, el escenario que nos describe la autora me hizo dudar, ya que durante la lectura no sé por qué extraña razón estaba todo el tiempo pensando que estaba ambientada en los cincuenta, pero no, quizás el relato de la vida en el pueblo, del disgusto de la gente de allí al ver venir a los "turistas moscovitas" a su hogar, a consumir alimentos que allí ya escasean, mirar a la gente de fuera con esa cautela que tienen los que han perdido todo frente al poder de otros, me llevó a épocas más antiguas, donde todo esto también era un elemento tangible en la sociedad del momento.
También se describen muchos personajes, bastante delineados y sobre todo, tienen peso los que vienen de fuera, los moscovitas, los afuerinos, esa otredad dolorosa que vienen a aposentarse en su tierra, aunque sea temporalmente, pero que alborotan la pacífica rutina veraniega. No gustan nada los forasteros.
Aquí juega un papel esencial el uso de una traducción que ayude a dar fluidez a la lectura, y procure el entendimiento sobre conceptos propios de allí, para poder armar el puzzle completo, por decirlo de alguna manera, y se agradece la alta calidad de dicha traducción en este libro. Es que Acantilado mima mucho su catálogo, siempre son aciertos en cuanto a temática, valor de la traducción y diversidad de materias.
Esta novela se publicó en Rusia hace más de diez años, tiempo que ha tardado en llegarnos a nosotros en nuestro idioma, con una mirada hacia una época desde la memoria y la nostalgia, con una fluidez fascinante y, sobre todo, una mirada cálida y llena de matices de una Rusia que vive aún en cada pueblito alejado de la multitud, pero también la mirada aguda de una adolescente que tiene un verano intenso que ha de cambiar su vida. ¡Muy recomendada!
Carol Inabé Barba
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Comentario de los lectores:
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