Rebelión de sangre. Tragedia y muerte de Abén-Humeya

Opinión:

La escasa documentación y los pocos escritos que recrean los acontecimientos de esta época no dejan otra alternativa que ayudarse de la ficción histórica para recrear los hechos, eso sí, basados en episodios reales. El escenario no es otro que el Reino de Granada, lugar donde más sufren los moriscos las prohibiciones realizadas por Felipe II. Una serie de vetos a sus tradiciones, costumbres, idioma o religión que no les deja más alternativa que combatir con las armas lo que creen que es un derecho que les pertenece por ser tan hispanos como los demás; pero ya sabemos cómo se las gastaba la Inquisición.

La trama que se desarrolla en este contexto es la de la desaparición de Abén-Humeya, Fernando de Córdoba, y las continuas apariciones en diferentes puntos desde que se le había dado por muerto tras una batalla. La leyenda se agranda y el lector gana una buena aventura con un grupo de rebeldes que se sublevaron decidiendo tirar para el monte, hacer su propia ley y saquear en beneficio de su pueblo, los moriscos granadinos. Del llamado Rey de los Moriscos se desconoce su paradero y quienes afirman que está muerto tampoco saben dar fe del sitio donde se haya enterrado; algunos incluso hablan de su resurrección.

La búsqueda de Abén-Humeya nos lleva a una novela de investigación policíaca a cargo de un juez, acompañado de la la mirada vigilante de un cura y de Maese Carlos. El protagonista de este relato, quien nos va dando puntual información y actúa de equilibrio entre los impulsos de los miembros del Santo Oficio y los diferentes relatos que va recopilando a través de entrevistas e interrogatorios. La historia se va escribiendo por sí sola y reproduce, ente otras, algunas de las escaramuzas y batallas que tuvieron lugar en las Alpujarras, o la implicación de los turcos en todo este asunto y por lo que tuvieron que entrar en escena los ejércitos de Flandes comandados por Juan de Austria.

Brianda, la esposa de Abén-Humeya, es quien mayor aportación da al relato, ayudando a Maese Carlos en la investigación y en la reconstrucción de los últimos itinerarios de Abén-Humeya, así como en la aportación de algunos asuntos familiares en los que la afición de su marido por las mujeres relaja el relato histórico y hace aumentar la intriga por su paradero.

Una narración que se disfruta por las continuas aventuras que se desarrollan y el enigma sin solución que se plantea con la desaparición de Abén-Humeya. El personaje de Maese Carlos se hace necesario para no dejarnos llevar por los prejuicios y ver la realidad de los hechos que originan la sublevación de los moriscos por las leyes que promulgó el monarca; así como el desamparo en el que se encontraron al no poder practicar su lengua, sus costumbres más arraigadas, ni su religión.

Una lección de historia nunca está de más y siempre es bien recibida.

Porlomenix