Primavera negra

Opinión:

La creatividad oscura del Henry Miller de "Trópico de cáncer" y "Trópico de capricornio" encuentra en "Primavera negra" un punto intermedio. Quizá sea por eso una de sus obras más populares, porque ofrece un denso recorrido de la memoria desde la infancia a la edad adulta. "Primavera negra" es excesiva como todo Henry Miller, una novela que exagera y enumera exhaustivamente, que pretende remover al lector de su butaca y hacerle pensar de un modo no convencional. Los dos escenarios en los que esta obra de Miller se mueven son Brooklyn y París. Hay una parte, la de la infancia, que casi llegaría a poder llamarse costumbrista, en esa vida de los comerciantes judíos que pugnan por prosperar en el Estados Unidos de las oportunidades. La pintura de lo que ocurre en la novela es, como en todo Miller, difícil de seguir. La deformación grotesca no solamente de lo que sucede sino de la forma de narrar hace que el texto tenga gran dificultad de lectura. Tiene un concepto negro del género humano que ha retratado bien en esa prosa expresionista, de simbolismo oscuro, que tiene tantos admiradores como detractores.

Sus personajes encierran una maldad contenida o expresa, una perversión más o menos aparente. A Henry Miller los personajes le nacen muertos, porque respiran pesimismo.La obra está dedicada a su amiga la escritora francesa Anaïs Nin, que tanta influencia tuvo en otros artistas de la época como Lawrence Durrell o Salvador Dalí.

"Primavera negra" es una recomendación para aquellos lectores a los que no les asuste la prosa desconcertante, y que disfruten del tremendismo algo macarra del autor de "Trópico de cáncer". Prosa en la que la línea de conexión temporal o narrativa nunca está clara, pero que en cambio regala una prosa única, de una poética decadente. El valor que le encuentro fundamentalmente, y el que me hace disfrutar al autor, es la crítica a la cultura dada por canónica que se despliega en cada página. En "Primavera negra" se habla de la idea de patriotismo, de Dostoievski, el tratamiento a la enfermedad en el mundo contemporáneo, la religión, Walt Whitman… cualquier tema tiene cabida. Porque Henry Miller es, sobre todo, un inmenso bazar del pensamiento. Necesariamente desordenado y poco metódico, pero no por ello menos interesante.

Rafael Ruiz Pleguezuelos