poemas y antipoemas

Opinión:

Nicanor Parra  (1935) es matemático y físico, y ha sido profesor titular de Mecánica Racional en la Universidad de Chile, por lo que su dedicación a la poesía y su éxito en este complicado mundo de la literatura es llamativo, y recuerda a otros grandes escritores como José Luis Sampedro (economista), Kafka (que estudió Derecho y ejerció de oficinista), Céline (médico) o Dostoievsky, que era ingeniero militar.
 
La aparición de este libro (de reciente reedición a manos de la editorial Cátedra) supuso un revulsivo para la poesía chilena, ya que introdujo la antipoesía con todo lo que ello conlleva: deconstrucción poética, versos cargados de ironía y sarcasmo, personajes antiheroicos, uso de términos del lenguaje común, etc. Con esta nueva forma de escritura se ganó el apodo de Antipoeta. Según el autor, estos poemas que le hicieron tan famoso fueron escritos a partir de 1938, mucho antes de que él conociese la teoría de la antipoesía, movimiento que conoció por casualidad ojeando los estantes de una librería, en 1949 ó 1950.
 
El hecho de crear una nueva forma de hacer poemas, la antipoesía, aparte de por su calidad literaria, ha hecho merecedor a Parra de muchos premios literarios a lo largo de toda su carrera. Recientemente ha sido galardonado con el Premio Cervantes 2011, y ha sido postulado para el Nobel en sucesivas ocasiones.
 
En esta edición de Cátedra hay una introducción de René de Costa donde se explica de forma muy detallada la escritura de Parra, en un texto cargado de referencias y apuntes muy valiosos para el estudio de la obra de este poeta. Está dividida en tres partes principales: “Anti-Mistral”, “Anti-Neruda” y “Anti-Parra”.
 
Realmente creo que la antipoesía es un movimiento curioso e interesante, tanto más cuanto más se conozca la obra de los poetas a los que intenta enfrentarse o hacer un reflejo poético inverso. Por otro lado, creo que un autor que imite a otros o, mejor dicho, que escriba para hacer lo contrario a otros pero basándose igualmente en ellos,  reflejando en sus escritos su estilo contrario, nunca expresará su voz propia. Para conocer mejor a Parra, quizá sean más interesantes los poemas que escapen a este movimiento.
 
En todo caso, he de decir que la lectura de estos poemas no me ha emocionado y por eso no me ha parecido un libro brillante –aunque sí correcto–, ya que soy de la opinión de que la poesía, independientemente de su calidad técnica, ha de ser capaz de hacer que el lector viaje a través de las emociones, o lo que es lo mismo, lograr que algo se estremezca gracias a la lectura. Y es que estos poemas no se centran tanto en la lírica y en la estética sino en aportar a la literatura una nueva forma de escribir poemas. No obstante, la segunda parte, donde se encuentran los antipoemas, me ha gustado mucho más que la primera, ya que éstos se caracterizan por ser bastante más oscuros y oníricos, más retorcidos y cargados de intensidad. En ellos ya no encontramos las rimas consonantes tan estructuradas y encorsetadas de la primera parte y, además, se centra en temas más sensibles, como por ejemplo “San Antonio”, poema sacrílego y visceral: hoy no resulta escandaloso, pero hay que tener en cuenta que está escrito hace décadas y que en su época el recibimiento por parte de la opinión pública no sería el mismo que en la actualidad.
           
Como curiosidad, una cita que aparece en un dibujo hecho por Nicanor Parra, que dice lo siguiente: “¿Y tú me lo preguntas? Antipoesía eres tú”.
 
Mar López