plop

Opinión:

Para empezar esta reseña debo decir que Plop es una de esas novelas maravillosas que por razones que no acabo de entender, pasó muy desapercibida en su primera edición, al menos entre aquellos, me incluyo, que leen / leemos en busca de historias nuevas, de retos literarios y siempre atentos a esas novelas que tienen algo que decir. Y he subsanado este olvido en cuanto se ha publicado su segunda edición.
 
Anteriormente había leído otra novela suya, Frío, que es de posterior publicación y que este año ha salido también en Salto de Página, y sé que existe una tercera, Subte, que posiblemente vea la luz en el 2012, que junto a la que me ocupa en esta reseña forman un tríptico de historias apocalípticas (sin zombis) y que tratan de ahondar en la persona, en el elemento que sobrevive a las circunstancias y cómo se desenvuelve en ellas. Y si en Frío, la monja protagonista lo hace en un paraje continuamente helado y en soledad, aquí en Plop nos acompaña una lluvia eterna que en pocas ocasiones da descanso. Una lluvia que condiciona la vida de los habitantes del planeta, ya que todo está embarrado, todo está mojado y empapado, oxidado y donde un trozo de tela, de plástico hace que seas el hombre más rico del momento.
 
En esta ocasión, conoceremos a Plop, el personaje que aglutina toda la historia y será justo desde el momento de su nacimiento, desde el que se inicia la trama. Sabremos su evolución y cómo se desenvuelve en su “tribu” hasta que alcanza la madurez y se nos irán contando diversas circunstancias para ver cómo el hombre se embrutece, involuciona. A lo largo de las páginas he podido constatar la que puede ser una realidad más cercana a lo que podría acontecer y bastante alejada de esa otra realidad más de superhéroes. Aquí la supervivencia está más a ras de suelo, en cada palmo de terreno, en un centímetro de metal, en cada tormo de barro.
 
Otra de las características que se observan al leer estas historias es que no se nos hace conocedores del porqué de la situación, tampoco es protagonista de las escenas, sólo se va nombrando de vez en cuando, pero sí captamos la importancia vital que tiene para los personajes y cómo deben adaptarse a vivir en esta nueva sociedad, a intercambiar objetos con otras “tribus”, a sobrevivir en esos barrizales.
 
Escenas, algunas de ellas, bastante duras, y otras, sin embargo, emotivas y escalofriantes. Por poner un ejemplo, aquellos niños que han nacido en los nuevos tiempos no conocen el papel, nunca han visto un libro, y la vieja Goro atesora uno de ellos, y llegado cierto momento, les cuenta la teoría del Big Bang con una prosa admirable por parte de Pinedo. Para quedarse con la boca abierta y los pelos de punta. Y acentúo esa prosa, ya que el autor argentino inventa nuevos términos y a la vez los carga de nuevos significados: reciclar, usarse, el tabú, la opa.
 
Cuando investigué un poco sobre críticas sobre este libro, al otro lado del charco, en una de ellas encontré la palabras exactas que pueden definir a Plop. Venía a decir que era “rebelde a las clasificaciones, honesto, poderoso, desnudo. Literatura para la gente que lee por gusto, y no para olvidarse de que el metro va lleno.” (citado de Miguel Salas Díaz, Ogigia, revista electrónica de estudios hispánicos, Enero de 2008).
 
Sobra que añada nada más. Bueno sí, que quizá sea un infortunio que Rafael Pinedo falleciera hace unos pocos años, porque si estos son algunos de los ejemplos de su escritura, quién sabe hasta dónde podría haber extendido su ingenio. 
 
Fernando Martínez Gimeno