pasaje al infierno

Opinión:

Laurent Botti ya demostró su calidad narrativa en su anterior novela: Una voz en la niebla. La historia que ahora nos presenta no tiene nada que ver con aquella otra, aunque sí existen algunos puntos en común. El más interesante de ellos es que parte de la trama se desarrolla en la ciudad que ya nos dio a conocer: Laville Saint-Jour, que continúa siendo una localidad siniestra e inquietante donde cualquier cosa terrible puede suceder. Y el protagonista vuelve a ser otro niño, en este caso con extraordinarios poderes, no sólo para entrever el futuro, sino también para provocar ciertas situaciones en el presente que no voy a desvelar.
 
La historia se inicia con Charlie, que sufre los malos tratos continuados de su marido, un policía. Consciente de que él dispone de medios suficientes para encontrarla si se escapa, aguanta estoicamente una situación que pone los pelos de punta. El billete ganador de la lotería será lo que le permita esconderse en algún otro país junto a su hijo, y eso es lo que le da fuerzas para intentar por fin escapar a su control.
 
Perseguida y acosada a varias bandas, esa huida no tardará en convertirse en una pesadilla.
 
Laurent Botti consigue transmitir al lector la sensación de urgencia y de peligro, la soledad de una mujer que no sabe a quién acudir, el miedo de un niño que no deja de preguntarse cuándo su padrastro logrará matar a su madre sin poder hacer nada por evitarlo.
 
Los sueños de David, o las percepciones sobre el futuro, resultan escalofriantes. Dos personajes ocupan esas premoniciones, los dos igual de siniestros, y el lector no deja de preguntarse quién logrará encontrarlos primero. Uno de ellos sabe mucho más del pasado de David que él mismo, o incluso su madre. Y esa información se va desgranando poco a poco, hasta el clímax final.
 
El ritmo es trepidante y desde las primeras líneas consigue engancharnos sin remedio, atentos a los giros de la trama y a las sorpresas que nos aguardan entre sus páginas, que no son pocas. Toda la novela está impregnada de esa sensación de urgencia que sienten los protagonistas, contagiando al lector el estado de nerviosismo y la enorme tensión que soportan.
 
El desarrollo de los personajes es esencial en la historia, especialmente el de David, el niño, que recuerda a los protagonistas infantiles de las novelas de Stephen King. Su progreso va creando una serie de expectativas que mantienen en vilo al lector y cuyo resultado no decepciona en absoluto.
 
La novela es muy visual, los diálogos directos, la prosa fluida… y la trama completamente absorbente. Todo contribuye a que este thriller con elementos de novela de terror nos robe una noche de sueño. O varias. 
  
Pilar Alonso Márquez