padres ausentes

Opinión:

El lector de cómics de superhéroes esconde muchas veces un turbio pasado como niño solitario, al que sus padres, ausentes la mayor parte del día por razones de trabajo, buscaban compensar con el pago de una  asignación semanal que le permitiría comprar cada sábado un rato de compañía en forma de tebeo. Ese muchacho, que convierte en ritual la visita al kiosco de la esquina, engullirá durante años en la intimidad de su leonera las aventuras de sus personajes favoritos, unos seres de apariencia humana, vestidos con mallas de colores, cubiertos por una máscara y adornados de hipertrófica musculatura, que suplirán la figura paterna durante las largas tardes de la adolescencia.

Pablo Muñoz esboza en su ensayo el retrato robot de un lector que encuentra en sus héroes algo que va mucho más allá de un simple entretenimiento: la primera vocación coleccionista, depredadora, encarnada en la búsqueda del tesoro perdido, ese ejemplar único, la rareza que falta para completar una serie de cómic y que terminará apareciendo en un salón o feria especializada en el género.

También perfila con habilidad el momento en que la afición individual, solitaria, pasa a convertirse en seña de identidad, en un rasgo que hermana al adicto a los tebeos de superhéroes con otros de su misma calaña. Me ha parecido una lectura interesante, que reivindica la importancia de la mal llamada literatura de consumo popular en tanto fuente de inspiración para autores relevantes de la última literatura norteamericana, como Jonatha Lethem y Michael Chabon.  

Creo que el autor no se pierde en una reflexión autobiográfica de tono sentimental, sino que pone su homenaje personal al servicio de esa dignificación del género, muy en la línea de la que se lleva a cabo en Los superhéroes y la filosofía, título recientemente publicado por Blackie Books. No en vano, estas pequeñas cápsulas de literatura, de formato humilde e impresas en papel de mala calidad, han constituido para muchos autores de los últimos treinta o cuarenta años la primera toma de contacto con el mundo de las pasiones humanas, con el eterno enfrentamiento entre las fuerzas del Bien y el Mal y con una manera nueva y distinta de narrar historias. 

Patricia Esteban Erlés