Nos vemos en el cielo

Opinión:

Este libro no está hecho para escépticos. Al menos, no para aquellos que se aferren a sus creencias y no estén dispuestos a enfrentarse a una lectura capaz de hacerlos cuestionar la manera en que cultural y socialmente se observa a los animales y a las plantas. Los autores intentan demostrar mediante hechos (testimonios de todo tipo de personas respecto a animales domésticos) y datos científicos (se ofrecen los resultados de los últimos estudios sobre comportamiento animal y vegetal) que a los animales de compañía, igual que creemos para los seres humanos, los espera un más allá. Desde allí, a veces, desean comunicarse con los que fueran sus mejores amigos en vida, situación que provoca las experiencias que recogen sus páginas.

Por otra parte, el libro se completa con una serie de aspectos orientados a que tengamos una visión más amplia de los animales y de su manera de sentir y pensar. La lectura se hace muy amena y la gran cantidad de ejemplos y de experiencias que se recogen la convierten en una entretenida experiencia que, tal y como pretenden los autores, te obliga, al menos mientras viajas a través de sus páginas, a replantearte lo que piensas sobre los animales o, en todo caso, a replantearte cómo tratamos en nuestra sociedad a la mayoría de ellos.

Realmente, el título puede llevar a engaños en el sentido de que el libro no habla solo sobre el más allá y apariciones de mascotas desde el "otro lado". Ése es solo uno de los puntos que tratan sus autores porque, como digo, el objetivo de su escrito va mucho más allá de intentar confirmar la existencia de esa vida después de la vida animal. Especialmente interesantes, seas o no creyente y creas en lo que creas, son los capítulos dedicados al sexto sentido que poseen algunos animales, a su capacidad de sentir y de distinguir el bien y el mal (los autores nos ofrecen muestras de que poseen conciencia e incluso experimentan lo sagrado) y el dedicado a lo que denominan "holocausto animal". Éste último es especialmente espeluznante porque en él se relatan los auténticos calvarios por los que pasan muchos de los animales cuya única razón de vida es servirnos de alimento. En ocasiones la lectura se me ha hecho difícil y eso teniendo en cuenta que Pedrero y Fernández no son explícitos de más, ni tampoco buscan lo desagradable o macabro.

Y quizás sea justamente ese aspecto el que puede hacer flaquear el libro para algunos lectores; no el que no hurguen en lo escatológico o sensiblero sin más, sino el hecho de que "no hurgan demasiado". Me explico: el libro tiene un tono clarísimamente divulgativo que, en muchas ocasiones resulta superficial y consigue que te quedes con ganas de saber más en profundidad. Tal vez la culpa no sea del libro y yo buscara más profundidad de la que ofrecían pero, entre eso y que el título puede resultar engañoso, definitivamente la lectura, sin dejar de ser rápida y atractiva, no me ha provocado ese pellizco de emociones que, a priori, creía que sentiría.

En resumen: una lectura de carácter informativo sobre más temas de los que en principio parece por su título pero que se pueden englobar bajo una consigna común: debemos cambiar la manera en que contemplamos a los animales y las plantas, pues también ellos sienten, tienen conciencia y alma.

Ana Vanesa Cremades