Nazarí

Opinión:

Esta novela histórica cuenta con todos los ingredientes para ser devorada por los lectores. Además de su indudable interés histórico, conocer a un mítico personaje, el guerrero y después emir Ibn al-Ahmar, que levantó un reino en un convulso al-Andalus, cada vez más asediado por los reinos cristianos del norte y zarandeados por los conflictos de origen religioso entre califatos del norte de África y oriente medio, la obra atrapa por una vertiginosa trama de aventuras, luchas, pasiones, conspiraciones, diplomacia, vasallajes, odios, fe, esclavitud, matrimonios de Estado y alianzas tan efímeras como poderosas, y por supuesto conquistas y derrotas.

Con el trasfondo del origen de la mítica dinastía nazarí y el auge de los reinos cristianos en el siglo XIII, además de los inicios de construcción de la Alhambra de Granada, un personaje tan poderoso como Ibn al-Ahmar ha encontrado un relato a la altura de sus gestas.

Con un ritmo casi cinematográfico, ágil, ameno, fluido, libre de gratuitos arabescos literarios, que alterna los distintos escenarios con referencias cronológicas, que ayudan al lector a ubicar los diferentes hechos históricos y momentos literarios de la obra en el contexto de la época.

Precisamente uno de los grandes méritos de esta novela es su virtuosa eficacia a la hora de narrar ese momento de cambio histórico, que impregna los sucesivos eventos de aquella turbulenta época. Un califato en decadencia, debilitado por luchas intestinas, tensionado por una asfixiante ortodoxia religiosa de los poderosos almohades, que colisionaba con las corrientes heterodoxas sufíes y también con las costumbres refinadas de las élites locales, a la vez que acosado por el creciente poder de reinos cristianos ansiosos de poder económico y territorial, amparados por un papado ávido de conquistas que expandieran su poder terrenal y espiritual.

Villén Lucena, además de su riguroso conocimiento de las fuentes que evidencia en su prosa, consigue que el lector asista fascinado a la historia de tan mítico protagonista, en el que sus gestas militares y políticas se ven afortunadamente acompañadas de una eficaz narración de las costumbres familiares, religiosas, sociales, militares, incluso pasionales, de aquella época de vidas breves, vulnerables, intensas, atadas a la tierra y sus ciclos estacionales, a la vez que dominadas por valores espirituales que ataban sumisas las lealtades y supervivencias individuales.

Los reinos cristianos de Castilla, León y Aragón, junto con Jaén, Córdoba, Murcia, Sevilla, Almería, y sobre todo Granada, conforman el agitado paisaje en el que Alhamar levantó su reino a pesar de las épicas dificultades que tuvo que vencer, en un momento de inflexión histórica de una enorme influencia en lo que después se llamó España.

Erigiendo una dinastía que aún hubo de sobrevivir dos siglos hasta la derrota del Reino nazarí de Granada a manos de los Reyes Católicos, y cuyo legado aún impregna ambientes, callejuelas, edificios, nombres de calles y plazas, de esta ciudad rebosante de historia, y muy especialmente esa maravilla del mundo que es la Alhambra de Granada, que inspira para dejar llevar la imaginación hasta recrear a este mítico personaje entre esos majestuosos espacios, cuyo espectacular devenir arquitectónico posterior evidencia la magnificencia y sofisticación de una dinastía mítica iniciada por el protagonista de esta amena novela.

Jorge Riet