Muertos a la carta

Opinión:

Dicen que el olfato es uno de los sentidos que mejor sabe despertar nuestros recuerdos. Cuando se trata de comida, el olfato y el gusto van cogidos de la mano. Por eso, la idea de un chef capaz de preparar platos personalizados que abran la mente de las personas que todavía ignoran su condición de muertos es tan fascinante. Y es que con los datos que le envían desde la misteriosa Oficina, el señor M puede crear platos sencillos o de una elaboración compleja, pero siempre pensados exclusivamente para alguien.

La idea, que ya se anuncia en la contraportada, se va desgranando poco a poco ante el lector. Pablo Cazaux sabe otorgarle a la narración cierto aire de misterio, desvelando lentamente la verdadera naturaleza del restaurante y la misión de su chef. Si bien es cierto que es posible que el desenlace final pueda ser esperado por el lector, también es cierto que la manera en que está hilvanada la historia hace que sigas leyendo para saber por qué, para saber qué hay tras ese misterioso nombre, tras ese misterioso don que le permite hacer su trabajo y, sobre todo, saber identificar a los muertos y lo que les duele por dentro, lo que les nubla la vista y les impide ser conscientes de lo que son.

La manera en que se va dibujando la trama permite que se mezclen las reflexiones del protagonista con la explicación de sus recetas y los encuentros con los comensales a los que debe alimentar para que puedan dar el paso final. Esta antesala de la muerte, agradable y a la vez aterradora, está situada en el marco de una dualidad conocida, entre esos dos «Él» que nos recuerdan la lucha entre las dos partes que se juegan y gestionan nuestros pasos en el Más Allá. Pero, ¿es un restaurante neutral o trabaja para uno de esos lados? Y si es así, ¿por qué? ¿Por qué un restaurante? ¿Hace referencia a esa idea de la última comida de los condenados a muerte? ¿O es porque la comida es una forma de recordarnos, de retrotraernos a algo que no queremos ver, que no queremos sentir, porque nos da miedo? No sé cuál es la respuesta, pero me gusta la idea.

Escrita con sencillez y dejando que la prosa fluya, "Muertos a la carta" es una novela con un título magnífico y una historia que sabe hablar de la muerte con una mezcla entre la ternura y el humor negro que la hace amable a pesar de lo que narra y de las realidades que plasma en la vida de los comensales. Eso sí, si algún día se acerca el chef a hablar con vosotros en un restaurante y os propone un plato especialmente pensado para vosotros, sospechad.

Una lectura agradable para hablar de uno de esos tabús que sigue sin romperse del todo en nuestra cultura.

Inés Macpherson