Mis años con Martha

Opinión:

En su segunda novela, primera que se edita en nuestro país, Martin Kordic (1983, Celle, Alemania) cuenta una historia interesante y bien llevada que tiene una lectura en clave social, pues en ella está representado el amor entre un chico joven y emigrante, de padres croatas pero criado en Alemania, y una señora alemana que de alguna manera representa el viejo orden europeo, expuesto frente a los aires de cambio de la nueva vida, menos clasista y más permeable en cuanto países y culturas. Este croata-bosnio que vivirá el amor con una mujer madura se llama Željko, aunque va poco a poco convenciendo a todo el mundo para que le llamen "Jimmy". Vive en Ludwigshafen, descrito como un lugar de industrialización severa y despiadada, pura producción, en el que cada cierto tiempo hay que cerrar las ventanas y evitar salir al exterior porque algún agente contaminante ha escapado de ellas.

Mientras su madre se desloma limpiando en mil sitios distintos, Jimmy y su familia tienen que lidiar a diario con el racismo, la pobreza y la marginación. Mirar tiendas y no comprar nada, gastar poco. Su vida cambia cuando conoce a Martha Gruber, profesora en Heidelberg, que le introduce en su mundo de la cultura. Ella tiene una gran casa, los mejores libros, entradas para la ópera. Mucho de lo que él ha deseado. Todo ocurre porque su madre también limpia en su casa, y él comienza a hacer pequeños trabajos allí hasta que salta la chispa. Su mundo se verá ensanchado en la relación con Martha, pero poco a poco veremos que también surgen nuevas limitaciones y problemas, que son el verdadero aliciente de la narración.

La novela puede entenderse como una mezcla bastante hábil entre testimonio de desplazados e historia de Bildungsroman, novela de iniciación. Kordic traza un retrato a varias bandas de la sociedad alemana, en la que no se muestra maniqueo ni fanático. Intenta encontrar un camino en el que se marcan las diferencias de clase, los prejuicios y las tensiones, pero donde también existe el respeto, la admiración, la humanidad, el humor. Nuestro protagonista se descubre a sí mismo al tiempo que pretende entender a Alemania, a su familia, a todo el mundo.

El uso del lenguaje es brillante, otra de las fortalezas del libro: en ocasiones irónico, empático, ácido cuando toca, siempre preocupado por cautivar al lector y hacer de su lectura una experiencia amena.

Rafael Ruiz Pleguezuelos