Mircea Cărtărescu. El hacedor de insomnios

Opinión:

Al inicio de "Mircea Cărtărescu. El hacedor de insomnios", el propio autor nos pone sobre aviso acerca del carácter impreciso del libro, que en algunos momentos transita por esas difíciles fronteras entre el ensayo literario, el libro de viajes y la crítica textual. Más en concreto, nos dice que no debemos leer su libro más que como una serie de anotaciones de lectura, como "alimento futuro de un ensayo que tal vez jamás logre derrotar". José Carlos Rodrigo Breto, que ya se enfrentó a un proyecto similar en su excelente "Ismaíl Kadaré: la Gran Estratagema" (2018), nos libera con esas palabras iniciales de los rígidos corsés que suelen encerrar a la crítica literaria, y se libera también a sí mismo para permitirse discurrir sin miedos por senderos literarios que podrían ser rápidamente censurados por un lector académico. A lo largo del libro se nos presentarán pequeñas escenas de viajes, inconexas respecto del contenido ensayístico, así como pequeñas tablas que nos ofrecen listas de libros, a priori innecesarias, pero que en última instancia contribuyen a dibujar un modus operandi tan irreverente como el que ha podido ensayar el propio Mircea Cărtărescu en su literario. Así, queda avisado el lector de que no encontrará aquí ni el registro ni las formas propias de la crítica académica, ni siquiera de la crítica no institucionalizada; pero tampoco es justo definir el libro como anotaciones de lectura, pues encierra entre sus páginas mucho más que apuntes y mucho más que bocetos desordenados. Sin llegar a definirlo como una guía por la literatura del autor rumano, sí me atrevería a decir que Rodrigo Breto ha construido una puerta de entrada al complicado universo onírico y ficcional de Cărtărescu; no solo una puerta, sino también una invitación a conocer su imaginario, sus recursos literarios y sus lugares comunes.

En el primer capítulo del ensayo, bajo el título cortazariano de "Todos los libros el libro: El Ruletista", el autor nos ofrece un recorrido conceptual por el concepto de "literatura teratológica" -es decir, la narración sobre deformidades y monstruosidades- como punto de partida para abordar el libro de relatos "Nostalgia" (1993) y, más en concreto, uno de los textos que se incluyen en él: "El Ruletista". Con el recuerdo sombrío de los gabinetes entomológicos y de los Wunderkammer que también encontramos en la literatura de Olga Tokarczuk, el acercamiento a este primer texto se encuentra mediatizado por una crítica metaliteraria que lo pone en relación con toda una constelación de textos teratológicos (desde Dostoievski hasta Roth y Arlt), riparográficos (Banville, Houellebecq, Sebald) y circulares (Baricco, Rulgo, Nabokov). De esta forma, José Carlos Rodrigo Breto logra extraer de un texto breve toda una serie de temas y motivos que definen la prosa de Cărtărescu: las referencias textuales, la reflexión sobre la creación, la ciudad de Bucarest, la circularidad, la literatura cuántica, la alienación, los gemelos o y Doppelgänger, el formato de la novela de formación o Bildungsroman, el onirismo, el realismo mágico, y también ciertas marcas de imaginario como los insectos y la función del azar, etc.

A cualquier amante de la literatura -de la buena literatura- le interesará este primer capítulo, ya no tanto por lo que nos dice acerca de "El Ruletista", sino por lo que nos cuenta acerca de la propia literatura y acerca de sus límites y posibilidades. En la segunda parte del libro, de título borgeano ("Solenoide o el Hacedor"), cobra mayor importancia el fenómeno del realismo mágico o lo real maravilloso, analizado ahora a la luz del argumento de la novela y de algunos de sus motivos más inolvidables, como los paisajes emocionales de Bucarest y la fábrica. Este segundo capítulo no abandona la vocación metaliteraria del primero, y sigue ensanchando los márgenes de la escritura y dirigiéndola hacia todo tipo de referentes archiconocidos, como Sebald y Walser, siempre pertinentes para ahondar en algunos de los recursos literarios que explora con excelentes resultados el escritor rumano. El último capítulo del ensayo, acaso el más breve -sobre todo si se tiene en cuenta todo lo que podría abarcar-, lleva por título "Epílogo cegador" y trata de dibujar un brevísimo repertorio de ideas que iluminan la trilogía "Cegador", formada por los libros "El ala izquierda" (1996), "El cuerpo" (2002) y "El ala derecha" (2007), donde de nuevo cobran relevancia los insectos, los sueños y la autorreferencialidad.

"El lector español ya sabe que no puede llegar a conocer al escritor rumano porque cada nuevo libro es una contradicción, casi una negación del anterior", escribió Carlos Pardo. Ciertamente, Mircea Cărtărescu ha construido a lo largo de los años uno de los proyectos narrativos más complejos debido a su pasión por la experimentación literaria y por el juego con la propia escritura. Y, a pesar de ello, José Carlos Rodrigo Breto ha dibujado en este ensayo un excelente recorrido por la prosa del novelista rumano, con el cual anima a sus lectores a interesarse y adentrarse en el ambicioso imaginario de Cărtărescu.

Darío Luque