mirando a las estrellas

Opinión:

Quizá sea el misterio que envuelve al autor, misterio que el propio editor plasma en unas últimas palabras al final del libro, quizá sea el ocultismo que encierra el vudú, no sólo el de resucitar muertos, sino el de los hechizos, los muñecos, los males de ojo, quizá sean miles de cosas, pero lo cierto es que en cuanto supe del argumento de esta novela, sabía que me encantaría adentrarme en su trama, en el personaje de Manley, en esos barrios jamaicanos de Florida, en sus leyendas. Y así ha sido tras traspasar el umbral de las primeras páginas.
 
No me importa quién se esconde tras el nombre de A. F. Black, lo que me importa es ver si es capaz de crear la atmósfera necesaria para que me crea a los personajes, tanto a Manley, que es casi omnipresente en todas las escenas, o a los secundarios que circulan por sus páginas y a los que vamos conociendo para saber su implicación en el crimen. Porque Mirando a las estrellas es un camino hacia una verdad, hacia el conocimiento personal de Charlie. Sabremos algo más de él, ya no sólo por sus movimientos por las calles de Winter Palms, no sólo por la interactuación con los habitantes, vecinos y ¿amigos? sino también por algunas leyendas o cuentos que vamos a poder leer a lo largo de la novela. Algunas de ellas sobre el jamaicano y otras sobre algunos de los secundarios. Y siempre con ese misticismo que rodea al tema del vudú.
 
Bien desarrollada la atmósfera, el escenario del barrio pobre inmigrante en que nadie tiene nada salvo su honor y su orgullo, incluso sufriendo el calor de sus calles, los personajes que rodean al bueno de Manley también aportan lo suficiente para que nos interesemos en ellos, en ir a su lado y compartir sus charlas, y por qué no, una cerveza fresca, para así sentirnos iguales a ellos.
 
Se nota muy bien delineado el apartado de la inmigración, cómo una línea invisible separa Winter Palms de zonas más prósperas de la ciudad, y como contrapunto a toda esta pobreza, el personaje del abogado Ed, que comparte amistad con Charley, tras compartir trabajos en la comunidad como condena a alguna de sus multas o delitos. Y es que todos somos iguales ante la justicia. Algo que se ve perfectamente en uno de los primeros capítulos cuando Manley, ya libre de esas horas comunales, echa una mano a Ed y a otros ex compañeros.
 
Notable así mismo, el lenguaje que emplea el autor en los diálogos, en el que se mezclan algunas palabras en criollo con el inglés, y así sigue creando una clase diferente de “americano”, recordando en todo momento que la mayoría de estos personajes son extranjeros, inmigrantes, con lo que todo esto conlleva con la ley y con las reglas, e incluso se nota perfectamente cuando conocemos a una de las policías, que es cubana o a Rosa, una de las limpiadoras del motel donde se hospeda en determinados momentos el jamaicano.
 
Así pues, y a la espera de poder seguir conociendo su literatura en próximas novelas, se anuncia para el próximo año Con los pies en la tierra, poco a poco conocemos o podremos conocer los gustos literarios del autor desconocido, y gracias a la traducción (muy acertada) de David Prieto, seguir andando y mirando a las estrellas.
 
Fernando Martínez Gimeno