Magia y religión nórdicas

Opinión:

"Magia y religión nórdicas" nos muestra que en la civilización nórdica hay mucho más de lo que sabemos sobre los vikingos y sus dioses. De una forma muy minuciosa, y apoyado en una profunda documentación, Javier Arries nos explica tanto cómo eran en inicio la magia y la civilización de los pueblos germánicos (desarrollando también el contexto histórico en el que se desarrollaron esas creencias) como el modo en que evolucionaron tras la aparición del cristianismo hasta nuestros días.

Tras empezar con un contexto histórico, se nos habla de los dioses nórdicos y las leyendas asociadas a ellos y a la gente invisible (me encantó esa parte), para luego pasar a cosas más concretas como el chamanismo, los bersekers, la magia en la vida cotidiana (amuletos, maldiciones, muertos vivientes...), lo que se sabe sobre el uso de las runas... Luego, cuando comienza la era cristiana, se habla de cómo evoluciona la convivencia entre las viejas creencias y la nueva religión, que absorbe muchas cosas de la antigua pero que también asoció la vieja magia a la magia negra, lo que generó pánico colectivo y la caza de brujas. Se finaliza hablando de tiempos más actuales, donde algunos grupos intentan hacer resurgir la antigua religión.

Me ha gustado la forma en que el libro está narrado, de forma amena, pero sin dejar de ser riguroso, gracias a los ejemplos que tenemos de diversas fuentes y narraciones populares. Hay pocas ilustraciones, pero todas son relevantes, no de relleno, y el autor no se detiene en especulaciones o, si las hay, dice claramente que lo son, de modo que todo lo que se expone es lo que realmente se conoce sobre el tema. Me sorprende la cantidad de cosas que se saben sobre estos pueblos y sus creencias, aunque los detalles precisos sobre cómo se hacían ciertos rituales y sobre el tema de las runas se han perdido irremediablemente al ser transmitidos de forma oral.

Vamos, que me ha parecido un libro fascinante, muy interesante y más completo de lo que pensaba. Además, resulta ameno sin renunciar al ceñirse a los hechos que tanto valoro, así que lo recomiendo sin dudarlo.

Déborah F. Muñoz