Los cuchillos largos

Opinión:

Irvine Welsh vuelve a sumergirse en las aguas turbias del thriller con "Los cuchillos largos", pero lo hace desde una madurez narrativa que no renuncia a la violencia ni al desgarro moral. En esta nueva entrega con el inspector Lennox como protagonista, el autor escocés consigue articular una historia intensa y fragmentada, donde el crimen es el detonante de una serie de interrogantes políticos, personales y sociales que desbordan el marco del género negro.

Lo primero que destaca es la construcción del protagonista: Lennox ya no es solo el policía atormentado por un trauma infantil o el adicto en recuperación, sino también el sujeto que se mueve incómodo entre su deber y una sociedad en descomposición. El crimen que investiga -la castración y muerte de un diputado conservador- lo obliga a rastrear no solo pistas físicas, sino discursos ideológicos que enfrentan a la vieja Escocia con las tensiones identitarias del presente. Welsh introduce elementos como la identidad de género, la cultura de la cancelación o la guerra de narrativas políticas de una manera muy bien traída, interesante, y además sin caer en la simplificación o el discurso panfletario.

La estructura narrativa es ágil, de capítulos breves y atmósfera sombría, en la que se alternan escenas de violencia -el comienzo de la novela es realmente impactante- con momentos de introspección o sátira feroz. La novela no teme incomodar: la crítica a la hipocresía institucional, la exposición de prejuicios enquistados y la crudeza de ciertos diálogos hacen que el lector avance con una mezcla de fascinación y alarma. Y sin embargo, hay humor. Un humor negro, corrosivo, que aligera el peso moral sin por ello trivializar el conflicto.

Para quien aún no lo sepa, Irvine Welsh nació en 1958 en Leith, Edimburgo. Se consagró como escritor con "Trainspotting" en 1993, obra que redefinió el panorama de la narrativa británica de los años noventa y tuvo una adaptación al cine que funcionó muy bien y encumbró al autor. Desde entonces ha publicado novelas como Escoria, "Porno", La vida sexual de las gemelas siamesas…Su estilo se define por el gusto por lo gamberro, el humor negro, y una mirada descarnada sobre la marginalidad, la adicción y la violencia estructural.

En comparación con Escoria y "Crimen", "Los cuchillos largos" se muestra más deliberada, mucho más madura y de mejor factura técnica. Se nota un autor que mide con más precisión los tiempos narrativos, que elige con mayor cuidado qué mostrar y qué sugerir. Welsh conserva su capacidad para retratar a los marginados, pero esta vez amplía el foco: ya no se trata solo de personajes rotos, sino de un entorno que normaliza la fractura. El resultado es una novela que exige al lector, que no se conforma con entretenerlo, y que se disfruta mucho.

*Publicada por Anagrama.

Rafael Ruiz Pleguezuelos