Llamadas de mamá

Opinión:

¿A ti también te pasa que cuando ves a alguien leyendo el mismo libro que tú sientes que ese libro te está recomendando a esa persona? O viceversa: corres a comprar el libro que te recomienda alguien de fiar, en cuya opinión confías ciegamente. ¿Te ocurre?

A mí me ha pasado con esta novela corta (pero más que suficiente): el hecho de que estuviera prologada por Eider Rodríguez, autora a la que sigo y cuyos relatos me fascinan, sirvió de garantía para que me decidiera leer a Carole Fives, de la que nunca había oído hablar.

Y la recomendación ha funcionado. Me sigo fiando de Eider Rodríguez.

Es cierto que no me ha pasado como a ella, este no es el libro con el que más me reído en mi vida. Pero no puedo negar que me ha dejado atónita, sobre todo al principio. Y ello, por varios motivos.

En primer lugar: por lo logradísima que está la voz de la protagonista de la novela. Charléne (¿no te suena a charlatana, a charla, a charleta, incluso a chorlito?) solo habla, no hay nadie que te dé referencias o un contrapunto a su verborrea sin fin. Y aún así, resulta en un personaje redondo, al que conoces (casi) como si fuera tu propia madre.

En segundo lugar: por la capacidad que tiene la autora de abstraer las características comunes a muchas madres (no puedo decir que todas las tengan, por supuesto) y construir con ellas una madre Frankestein que resulta tan real y tan verosímil que, por momentos, hasta te sientes intimidada con las broncas que le echa a su hija al otro lado del teléfono.

En tercer lugar: porque al final te conviertes en esa hija que escucha. Fives logra que el monólogo (soliloquio, por momentos; flujo de pensamiento, en otros) te afecte y te lo tomes como lo que pretende ser: una conversación telefónica de una madre que no te deja meter baza. Así que, al final, se crea una dualidad muy divertida y extraña en el lector (o, por lo menos, a mí me ha pasado): he sido lectora y coprotagonista al mismo tiempo; lectora y escuchadora; alguien que no conoce de nada a Charléne y su propia hija. Todo a la vez.

En cuarto lugar: por las historias que cuenta esa madre de lengua incontrolable y carácter voluble (y extremo) que, en el fondo, también compilan las de otras muchas mujeres. Historias de incomprensión, de soledad, de abandono, de insatisfacción, de miedo ante la muerte, de dolor ante la enfermedad, de terror a estar sola, de búsqueda infinita del otro, del hombre de tu vida, porque nadie te ha dicho que eres suficiente para ser feliz por ti misma.

Pero, al mismo tiempo, esta historia es única. Es la historia peculiar de una mujer muy especial que atraviesa por vivencias muy particulares. Desde la depresión al trastorno bipolar, desde la desconfianza hacia las amigas a la confianza ciega por el hombre de turno, desde la demanda a gritos de atención y cariño hasta la espera paciente a la muerte.

"Llamadas de mamá" es, pues, una novela corta pero intensa (muy intensa) que no deja indiferente. Una reclamación directa que puede interpelar o repeler, dependiendo del lector. O quizá, más que del lector… del tipo de madre que tiene ese lector.

Lidia Casado