las vacas de stalin
Título: las vacas de stalin
Título Original: (stalinin lehmät, 2003)
Autor: Sofi Oksanen
Editorial:
451 Editores
Copyright: Traducción de Ursula Ojanen y Rafael García Anguita
ISBN: 9788496822566
Etiquetas:
Argumento:
"Las vacas de Stalin" es
la triple historia de tres mujeres. Por un lado, la de Katariina y Anna, madre e
hija, respectivamente y por otro el de Sofía, madre de la primera y como consecuencia
abuela de la segunda.
En los años 70 Katariina es una joven de Tallin (Estonia) que tiene un novio finlandés
con el que piensa casarse y establecerse definitivamente en Helsinki. Desde finales
de los años 40, Estonia permaneció sometida al gigante ruso no consiguiendo la independencia
hasta el año 90. Katariina encuentra en su novio una esperanza para poder escapar
de una vez del hambre, las prohibiciones y la represión del régimen soviético.
Anna – al igual que Sofi Oksanen, autora del libro – al ser de
madre estonia y padre finlandés tiene el corazón dividido: por un lado, se siente
finlandesa por los cuatro costados pero a la vez profundamente estonia. Sin embargo,
no le gusta que a los estonios se les considere rusos o se les llame soviéticos.
Tampoco entiende ese empecinamiento por parte de su madre de ocultar su verdadera
nacionalidad al resto de personas. La chica posee además una fuerte personalidad
y no quiere repetir los mismos errores que cometió ésta.
Pero lo más curioso de todo (y lo más trágico a la vez) es el extraño placer – comparable
para ella con hacer sexo con un hombre - que siente por devorar todo tipo de comida
para vomitarla inmediatamente después; es decir: no considera la bulimia como un
problema sino como el mejor recurso para poder comer de todo y seguir manteniéndose
delgada y atractiva. También
Oksanen padeció los brutales efectos
de esta enfermedad y de alguna forma este personaje se nos antoja como una suerte
de alter-ego de la escritora.
En Estonia, la abuela Sofía sigue ejerciendo de superviviente nata, aunque nada
podrá borrar de su memoria los duros años vividos durante el régimen estalinista.
LA AUTORA
Sofi Oksanen (Jyväskylä, Finlandia, 1977) vive en Helsinki, donde
estudia Dramaturgia en la Academia de Teatro.
Las vacas de Stalin
es su primera y aclamada novela. Nominada al prestigioso Premio Runeberg, Oksanen
se atreve a denunciar la hipocresía de la sociedad finlandesa actual. En 2005 publicó
su segunda novela, Baby Jane,
que afianzó su prestigio ante la crítica, y en 2007 se estrenó en el Teatro Nacional
de Helsinki su primera obra teatral.
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Opinión:
Lo primero que llama la atención de esta novela es la libertad con la que la autora
juega con el punto de vista de la narración, alternando constantemente la primera
persona y la tercera. Este viraje es constante, continúo. Se produce de manera algo
caprichosa para mi gusto pero tampoco resulta un handicap imposible de
superar que nos impida seguir con facilidad la trama de la historia. No hay lugar
para la confusión principalmente porque el giro de un punto de vista a otro se hace
con suavidad, fluidez y sin molestos subrayados; tan sólo cuando se narra la historia
de Katariina, la madre, se señala el año en el cual sucede la acción. Esto permite
que nos acomodemos enseguida y sin dificultad a una manera de contar las cosas que
puede resultar, eso sí, un tanto insólita o chocante para
el lector poco acostumbrado a este tipo
de experimentos narrativos.
Existe también no sólo una alteración del punto de vista sino también cronológico.
Los recuerdos de cada una de las tres mujeres – aunque básicamente se centran más
en los protagonizados por la madre y la hija – se reparten en capítulos secuenciados
de manera desordenada. De igual modo, tampoco tal cosa se presta a confusión. Sabemos
perfectamente cuándo, dónde nos encontramos y cuál de las mujeres protagoniza la
narración aunque tengo la sensación de que toda la novela está contada sólo por
Anna. Me da la impresión de que ella es la que nos cuenta en tercera persona las
anécdotas que se refieren a Katariina, centradas casi todas en describir su relación
sentimental con su novio finlandés (su futuro "papuchi") así como sus deseos de
salir de Estonia para marchar a Helsinki y de este modo conseguir escapar del ambiente
opresivo y de miseria del régimen soviético. Sin embargo, también puede ser interpretado
que quien cuenta esto sea un narrador omnisciente.
Sin embargo, tengo que confesar que escucho su voz con mucha mayor fuerza y claridad,
que la percibo mucho más rotunda y nítida, cuando se centra en describir sus "juegos"
con
la bulimia o comparte sus inquietudes por no volver a repetir la
misma historia de su madre. Anna es una rebelde y en parte utiliza su enfermedad
como una especie de liberación personal: cuando vomita la comida se siente aliviada,
como si se hubiera librado de un enorme peso interior. Por eso, su enfermedad
es también un acto de rebeldía a través del cual expresa el rechazo a una realidad
que considera injusta, a un secretismo – el que le impone su propia madre sobre
su auténtica nacionalidad – que no entiende ni comparte.
La odisea de Katariina me interesa menos
tal y como está contada, aunque está claro que sirve para explicar muchas cosas
del carácter, dudas e inquietudes de Anna y sin esto la narración quedaría incompleta,
su personaje absolutamente desdibujado.
Pero además
Sofi Oksanen utiliza a Anna como portavoz y testigo de primera mano
para describirnos la enemistad y la desconfianza mutua que existía durante los años
70 y 80 principalmente, entre finlandeses, estonios y soviéticos y de las que al
parecer todavía quedan algunos rescoldos, sobre todo por parte de los rusos. También
expresa la tragedia de las mujeres estonias que cuando llegaban a Finlandia buscando
una presente y un futuro mejor finalmente a lo único que podían aspirar era a ejercer
como prostitutas para poder sobrevivir.
Es decir, Anna se nos muestra claramente como una suerte de alter-ego de la autora
en el cual
Oksanen vuelca todas sus vivencias personales como ciudadana mitad
finlandesa y mitad estonia.
Narrativamente el texto me parece impecable.
Oksanen sabe cómo contar las cosas con
una fluidez admirable. A lo largo de los capítulos del libro he percibido la voz
de Anna con absoluta nitidez – ya he apuntado algo a ese respecto antes – la voz
de Anna contándome su historia, la de su madre y la de su abuela, haciéndome partícipe
de sus contradicciones y de sus dudas o disfrutar con su personal sentido del humor
y su inteligente uso de la ironía, un arte no sencillo reservado
para unos pocos elegidos.
Joseph B Macgregor
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Comentario de los lectores:
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