Las cerezas del cementerio

Opinión:

La editorial Drácena recupera en edición esmerada una de las joyas de la prosa poética española, e inicio temprano y clarividente de las formas de narrar que acabarían poblando las letras del siglo XX. Publicada en 1910, se mueve entre la delicadeza y la sinfonía, lo sutil y lo hiperbólico. En su momento sirvió para presentar de manera definitiva a un autor que comenzaba a ofrecer obras de mérito, que alcanzaba una madurez creativa. Gabriel Miró funciona muy bien para explicar en qué consiste lo que llamamos prosa poética, y las obras en las que prima la forma sobre el contenido.

La edición viene además enriquecida con un prólogo de Miguel de Unamuno, en el que narra un encuentro del propio escritor con Gabriel Miró, visitando el monasterio de Poblet. En dicho prólogo recuerda eso que hemos oído tantas veces de que en Miró todo es paisaje. El texto preliminar de Unamuno quiere ser literatura en sí mismo, ofreciendo afirmaciones tan curiosas como "A las veces leyendo a Miró le sobrecoge a uno el misterio de una religiosidad búdica". Aun moviéndose más en un plano de ensoñación léxica que actuando como un verdadero prólogo, nos prepara bien para la forma de las obras de Miró, con su circularidad de contemplación que deleita a los lectores de este tipo de literatura que no puede caer en un olvido injusto. Es un acierto por tanto que la editorial Drácena realice esta recuperación, una vez que ya nos había devuelto títulos de Arturo Úslar Pietri o Manuel Mujica Láinez que también habían quedado demasiado relegados.

El erotismo juega un papel destacado en la obra, y está tratado de una forma exquisita, en esa contemplación y gozo que tan bien sabía retratar el escritor alicantino. Leyendo a Miró, el lector contemporáneo no podrá menos que darse cuenta de que la prosa contemporánea con demasiada frecuencia se organiza a partir de un número demasiado escaso de vocablos. En ese aspecto, "Las cerezas del cementerio" es una fiesta del idioma, pues Miró es maestro de léxico inmenso, inabarcable.

La crítica suele llegar a la conclusión de que no resulta sencillo encontrar palabras para definir el estilo de este autor. Es cierto. Cualquier alusión a una forma narrativa es reduccionista, pues en sus obras participan un buen número de técnicas de manera simultánea. De hecho, siempre he pensado que su prosa es para un escritor novel todo un despliegue de posibilidades narrativas.

Rafael Ruiz Pleguezuelos