La vida incombustible de Salvador Dalí

Opinión:

¿Qué lleva a la gente a leer auto/biografías? Yo diría que las mismas dos cosas que a mí me han hecho interesarme por este "La vida incombustible de Salvador Dalí": admiración y curiosidad por el personaje biografiado. Quería saber más de alguien del que solo conocía los famosos relojes blandos o el Cristo en perspectiva cenital o la mujer de espaldas mirando por la ventana. También conocía su famoso castillo rematado con huevos y recuerdo con la típica nieve que borra la memoria, alguna noticia relacionada con él, su gorro y su estrafalario bigote antes de su muerte en 1989.

Y que era un provocador. Por supuesto. Visto ahora, tras leer el cómic, veo que, realmente, no sabía nada ni de él ni de la vastedad de su obra en comparación. Tampoco sabía nada de su gusto por los excrementos, los culos y la masturbación. Cosas de genios…

No pienso hacer en esta reseña ni un resumen de su vida (aunque es posible que al final el resultado sea ese mismo) ni mucho menos una alabanza del personaje (no lo merece en absoluto), pero como de algo tengo que hablar, pues ahí va.

Dejando aparte la calidad de su técnica y de su obra, que la tenía, en este cómic se hace mucho hincapié en el camino que el propio Dalí se había autoimpuesto para llegar a ser reconocido como el genio y obra andante y performativa en el que quería convertirse y que contaba con el apoyo de sus padres. Era algo que tenía claro y planeado como si de una carrera profesional se tratara, a base de pinturas, exposiciones y su manera -al menos en público- de ser.

Dalí nació nueve meses después de que muriera su hermano Salvador y por eso fue un niño mimado que se cagaba en casa cuando no se salía con la suya. En seguida descubrió su gusto por la pintura y la vergüenza por el tamaño de su pene y el miedo a las enfermedades venéreas inculcado por su padre derivó en un rechazo al folleteo tradicional y a la masturbación como tema alrededor del cual girarían su vida y obra.

«La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco».

Tras triunfar en Barcelona, todavía muy joven, anticatólico, antimonárquico y comunista, se trasladó a Madrid, pero no porque pudiera aprender algo más sino para hacer contactos que le dieran fama y, sobre todo, dinero, que era lo que ansiaba. Ahí conoció a Buñuel y a Lorca, de quien afirmó que fue la amistad más grande que había tenido.

Con el tiempo siguió produciendo una ingente cantidad de obras pictóricas, colaborando con Lorca en escenografías, con Buñuel en «Un perro andaluz», y con otros muchos, a la vez que  publicaba artículos en varias revistas, fundaba otras tantas y daba conferencias criticando a la iglesia, el arte moderno y todo lo que se le ocurría porque lo importante era que hablaran de uno, «aunque fuera bien».

Alcanzó la fama y la gloria y la guerra civil le pilló fuera de España. Le destrozó la noticia del fusilamiento de Lorca. No quiso volver a España y se fue a Yanquilandia donde se ganó a público y crítica del que seguro que Warhol aprendería algo:

«La gente siempre ha dicho que a mí me gusta mucho la publicidad, lo que es bastante cierto. Pero lo que es mucho más cierto es que a la publicidad le gusto mucho».

En fin, que he dicho mucho ya, como dije que no haría, pero no quiero acabar la reseña sin mencionar el giro final y sorpresivo de la vida de Dalí: tal era su codicia, y la de Gala, (Ávida Dollars, le apodó perfectamente Bretón combinando con acierto todas las letras de su nombre) que, aun habiéndose cargado los franquistas a Lorca, su mejor amigo, su alma gemela, Dalí quiso volver a España, comiéndose sus palabras sobre la religión y la Iglesia católica, ganándose para ello primero al papa Pio XII con un retrato de Gala como una virgen María, y con ello al régimen.

¿Qué puede uno pensar de semejante individuo? Por no hablar del dinero en B, pues no hizo declaración ni pagó impuestos en su vida y ante esto los gobiernos democráticos y el propio rey se hicieron los suecos.

En fin. Es lo que pasa cuando se ahonda en la vida de alguien. Que se te puede caer el mito… Y aquí está el eterno debate: ¿hay que separar al artista de la obra?

Un buen cómic para aprender acerca de la vida y obra de uno de los personajes más icónicos y controvertidos del siglo XX y para abrir los ojos de muchos equivocados también.

*Publicado por Planeta Cómic.

Diego Palacios