La obra de una vida

Opinión:

Resulta doloroso pensar que de una vida tan dura como la de Béla Hamvas han podido salir textos tan bellos y delicados como los que se reúnen en "La obra de una vida". Hamvas fue víctima del régimen comunista debido a su férrea defensa del arte abstracto -en detrimento del arte realista, que era el prioritario para el dogma social-. Habiendo luchado en la Segunda Guerra Mundial, y tras muchos años trabajando como bibliotecario, Hamvas sufrió la censura de sus escritos por parte del gobierno húngaro, e incluso perdió su biblioteca personal en un bombardeo que destruyó la vivienda familiar. Al ser destituido como bibliotecario, el autor se vio obligado a pasar sus últimos años trabajando como obrero en las centrales térmicas de Tiszapalkonya, Inota y Bokod, en terribles condiciones. Pero, pese a todas esas penurias, pudo escribir notables obras a lo largo de su vida y llegó a entrar en contacto con otros escritores y pensadores del momento, como Antal Szerb y Károly Kerényi.

Y, pese a todo ello, llama mucho la atención la candidez y la luminosidad que desprende la mirada de Béla Hamvas en muchos de sus ensayos. De los quince textos que Adan Kovacsics ha seleccionado para esta edición, al menos la mitad ofrecen una visión tierna de la vida silvestre, rozando en algunos momentos el panteísmo y el carpe diem de los clásicos grecolatinos. En este sentido, me parece fundamental un pequeño texto, de apenas cuatro páginas, titulado "La cama"; en él, el autor reflexiona sobre la Edad de Oro y su vinculación con la intimidad, metaforizada mediante la imagen de un huerto. Algo similar se lee en "Jazmín y olivo", un precioso artículo en el que Hamvas define al artista como el ser idóneo para contemplar la naturaleza. Partiendo de esta consideración, ofrece una acertada disertación en torno a la vida campestre: sus ritmos y sus rutinas, siempre condicionadas por el calendario de los astros; los milagros que se desprenden de los cambios ocurridos en plena naturaleza, como el hecho de la floración. Jazmín y olivo son dos conceptos que evocan místicamente al alma humana, y de ahí parte el filósofo para vincular nociones tan cruciales como instinto, ánimo, imaginación, mito, salvación y Dios.

Junto a estos textos ecofilosóficos, se incluyen en "La obra de una vida" otros artículos en los que Béla Hamvas escribe, con mayor o menor detalle, sobre autores, filósofos y músicos que cautivaron sus sentidos. Por ejemplo, su texto sobre Michel de Montaigne funcionaría a la perfección como un prólogo o una introducción a sus "Ensayos", mientras que el capítulo dedicado a Schumann o el de Liszt exploran con mayor finura, y mediante criterios artísticos fundamentados en el gusto y en la experiencia personal, las obras musicales de dos grandísimos compositores. Aún hay un punto medio entre estos textos de crítica cultural y los de filosofía panteísta: ciertos ensayos, como "Wordsworth o la filosofía de lo verde" y "El templo de Afaya", toman como punto de partida una obra artística (en el primer caso, poética; en el segundo, arquitectónica) para construir a su alrededor una filosofía que pueda supeditar nuevas lecturas, miradas y valoraciones.

Béla Hamvas escribe siempre desde la experiencia, desde un gusto personal que se reconoce a sí mismo como único criterio viable para la crítica artística. En sus ensayos, el arte se ofrece desnudo ante la mirada atenta de un pensador capaz de valorarlo y, sobre todo, de sorprender a sus lectores con reflexiones inéditas y originales. Pero se trata de una originalidad que emerge de un lugar prístino y puro, de una escritura tan cándida como la tradición oriental que, en ocasiones, el propio autor cita como modelo y guía para su pensamiento.

Darío Luque