La mujer que amaba a las abejas

Opinión:

Un hombre muerto, un abrasador día de agosto en un camino aislado, una pregunta, "¿cómo se puede llegar a que alguien mate a otro sin piedad?", y una respuesta, "el odio entre los hombres que crece hasta llegar a una maldad impredecible". 

Así comienza esta historia cuya trama principal se desarrolla a partir del año 1939, recién terminada la Guerra Civil Española con flashbacks al año 1936, al que es necesario remontarse para conocer el origen de lo acaecido. Un cuadro costumbrista del mundo rural de la época, la desigualdad de clases, la dureza de la vida de sus habitantes, la sublevación militar de Franco contra la República, tiempo de fusiles y sin razón; un manto de silencio, desconfianza y miedo en las calles, las casas trancadas y medio a oscuras para pasar desapercibidos; reclutamientos para el frente y alguna que otra deserción; el estraperlo, negocios clandestinos para sobrevivir; la guerra y sus sueños desvanecidos. 

Aunque, en medio de esa situación, con la necesidad de vivir la vida, esa que de un momento a otro se podría escapar de las manos, un pequeño gesto que, como esos juegos con fichas de dominó que cuando cae una cae el resto, irá encadenando destinos inesperados: una historia de amor, una muerte, un matrimonio fugaz que enciende rencores entre familias, un escándalo, la desesperanza de una mujer, el suicidio, el respeto de un hijo por su padre, el amor de una mujer por su hijo, y la conquista por la libertad por parte de todos. 

La historia llega hasta el año 1978 y el regreso al lugar para saber qué ocurrió realmente con aquella muerte, analizando los sucesos, recreando el escenario minuciosamente hasta que lleguemos a conocer la historia real, porque todos aquellos que vivieron antes forman parte de nosotros, y nosotros somos algo de lo que fueron ellos.

Puede que no lleguemos a ser conscientes de lo que el azar o una decisión personal e intrascendente aparentemente para el resto de la gente, puede propagarse tal cual onda de sonido y marcar el destino de varias personas. Tiene mucho que ver los sueños que alberga el corazón de cada uno de nosotros, y el corazón se mueve por razones que no siempre comprendemos. Corazones con rencor, con miedo, tristes, que albergan con sueños que se van quedando por el camino; el baúl de los más íntimos secretos que no hacen daño mientras permanecen ocultos. Pero la ignorancia solo lleva al engaño, aunque el conocimiento conduce al dolor, al dolor más grande que puede sufrir una madre. Y, tras eso solo existe la desesperación. 

Valdeálamos es como una enorme colmena donde cada uno tiene una función que cumplir y sobre ellas está la abeja madre que hace que la colmena sobreviva. Las abejas simbolizan la capacidad de renovarse permanentemente, la inmortalidad. Eso es esta historia, la historia de una mujer valiente, "La mujer que amaba a las abejas", una de esas mujeres que salen adelante en circunstancias difíciles y hacen todo por sus hijos, y es su recuerdo el que nos estimula y mantiene vivos. El pasado es una acumulación de imágenes, recuerdos, fotos fijas que se estancan y nos dicen lo que hemos vivido. Y en ese pasado nos buscamos a nosotros mismos porque de ellos lo heredamos todos. Conociéndolos a ellos nos conoceremos a nosotros. "Saber qué fueron ellos nos hace entender cómo hemos llegado a ser lo que somos".

Belén Flores