la mejor venganza
Título: la mejor venganza
Título Original: (best served cold, 2009)
Autor: Joe Abercrombie
Editorial:
Alianza
Copyright: © Joe Abercrombie, 2009
© Alianza, 2010
Traducción de Javier Martín Lalanda
1ª Edición, Octubre 2010
ISBN: 9788420683324
Etiquetas:
autores
escritores
fantasía
fantástico
ingleses
literatura inglesa
Argumento:
Monza y Benna trabajan bajo las órdenes del Duque Orso, son tiempos de guerra por lo que la ciudad de Styria debe ser protegida. La popularidad de Monza crece entre los súbditos de la región, motivo por el cual el Duque piensa que ella ambiciona la corona del lugar. Para evitar esto asesinará a Benna y da por muerta a su hermana Monza. Tras sobrevivir a las múltiples heridas que le causa tan infame traición, Monza se ve invadida por una inmensa sed de sangre que sólo puede ser aplacada con venganza.
Opinión:
Un escritor tiene muchos puntos en común con un director de cine, más allá de tener que plasmar en papel o en imágenes lo que imaginan. Hay directores que dirigen con maestría, unos con talento, algunos con habilidad, los hay que directamente copian, unos pocos homenajean y luego está Quentin Tarantino que, por suerte para los cinéfilos, aglutina todas las características mencionadas pero como posee maestría el resultado es, casi siempre, excepcional. Joe Abercrombie es el Tarantino de la literatura fantástica pero para su desgracia, y nuestra, carece de maestría y va justito de talento. Mala suerte, en el mundo en el que vivimos hay que tener talento hasta para copiar
Partiendo de un argumento tan manido como la venganza, Joe Abercrombie se dedica a copiar e imitar estilos y personajes que nos sabemos de memoria, con un resultado que ni vence ni convence.
Mediante descripciones larguísimas, rimbombantes, efectistas, cargadas de adjetivos hasta desbordar los márgenes de las páginas, “La mejor venganza nos narra una matanza a pequeña escala que no acaba de encontrar equilibrio ni mesura. Con un estilo narrativo que intenta recordar a J. R. R Tolkien y al autor de “Canción de Hielo y Fuego” George R.R Martin pero que se queda en burda imitación, vamos leyendo páginas y páginas de tópicos a los que les falta una buena reinterpretación para llegar a enganchar, los problemas surgen cuando el escritor, como en este caso, se limita a recoger clichés sin pudor alguno. El autor no tiene vergüenza al iniciar su obra con unos diálogos entre los hermanos Monza y Benna que parecen sacados de “La Fierecilla domada” de Shakespeare pero sin ingenio u originalidad, tampoco le importa aburrirnos con refranes cada seis párrafos, o darnos descripciones del viaje a su propio Mordor, que si ya se hacían interminables en “El Señor de los Anillos”, aquí alcanzan proporciones épicas... de tedio. El único propósito de innovación que se adivina es intentar revestirlo todo con un lenguaje actual pero, claro, eso pretende conseguirlo a base de tacos e insultos que parecen encajados a martillazos.
Los personajes son una amalgama de clásicos de la literatura ante los que uno no sabe si reír o llorar, principalmente porque no nos queda claro si el autor era consciente de ello, o simplemente intentaba hacer una gracia que le salió mal. Monza es una mezcla de Edmundo Dantés y del Iñigo Montoya que Goldman imaginara en “La Princesa Prometida”, tanto que sólo le falta decir parafraseando la famosa frase: Mi nombre es Monza Murcatto, tú mataste a mi hermano, prepárate a morir, Morveer el altivo envenenador, es un remedo de Shylock de “El Mercader de Venecia” de W. Shakespeare pero sin la garra que caracterizaba al avaro judío, Escalofríos y Conan el Bárbaro de Robert E. Howard parecen primos hermanos gracias a la desfachatez del autor. Pero como hay que copiar de todo, y cuanto más mejor, ni el comic se salva de su atrevimiento; así Nícomo Cosca ex capitán general de Las Mil Espadas, causaría la ira más furibunda de Alan Moore –y es un tipo que no se inmuta hagan con su obra lo que hagan- al ver a su Comediante reflejado de una forma tan tosca y sin un ápice de la carga filosófica que éste personaje llevaba a cuestas en “Watchmen”. Decir lamentable, es poco.
Queda claro que los problemas que tiene la novela son varios pero, como los Mandamientos, se encierran en dos: no encontrar el equilibrio, e intentar hacer una novela río con un volumen autoconclusivo.
No basta con presentar un puñado de personajes decididamente amorales, en los que la línea entre caballero y villano es inexistente. Este tipo de obras se nutre de la necesidad de que los personajes sean extremos, tiene que haber buenos buenísimos y malos a los que odiar con todas tus fuerzas. Es esa dualidad lo que ha hecho de “Canción de Hielo y Fuego” o de “El Señor de los Anillos” las favoritas del público; aquí todos los personajes son malos de una manera u otra por lo que casi nos importa poco si Monza puede finalmente vengar a su hermano o no. No existe antagonismo, todos ellos son la misma imagen distorsionada en un espejo, dando como resultado que el lector no puede elegir bando.
El de Bath parece olvidar que para empatizar con un personaje es necesario trabajarlo a fondo, no basta con ponerle en un escenario más o menos atractivo e intentar acometer actos de cierta heroicidad. Al querer ofrecernos toda la historia en un solo tomo, Abercrombie ha desdeñado la composición de personajes a favor de espectacularidad en las batallas, lo malo es que no logras implicarte en los ataques porque los protagonistas son casi unos desconocidos, de tal manera que la suerte que corran nos llega a ser indiferente; las novelas río se componen de múltiples entregas por algo, conocemos al personaje según sus actos, decisiones y las personas que se cruzan en su camino, en un libro único de estas características, eso es imposible.
No queda más remedio que rendirse a la evidencia de encontrarnos ante una novela resultona para aquel que no haya abierto jamás un libro de fantástico, pero que al buen aficionado al género le puede parecer hasta una tomadura de pelo. Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, si enfriar al lector es lo que pretende “La mejor venganza”, lo consigue con resultados que ni Tarantino con toda su maestría podría imitar.
Patricia Rubiera
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