La lealtad de los caníbales

Opinión:

"No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harto de decirlo, es lo único importante", escribió Camilo José Cela en "La colmena", esa inolvidable novela coral que retrata la España dictatorial de los años cuarenta a través de las peripecias de los clientes de un café madrileño. Inspirado por la estructura y por los logros narrativos de la obra celiana, convertida hoy sin duda en una de las claves de la literatura española contemporánea, el novelista peruano Diego Trelles Paz también sitúa en una taberna el epicentro de su novela, pero en su caso está ubicada en el centro de Lima. El chino Tito, enigmático y logrado personaje que regenta esta taberna, es una especie de maestro paternalista para Ishiguro, uno de los muchos protagonistas de esta historia. Este joven camarero 'nikkei' mantiene una estrecha relación con su responsable gracias a las recomendaciones literarias y cinematográficas que los unen; en cambio, con su compañera Rosalba, cocinera y camarera en la misma taberna, comparte más bien una relación de complicidad, pese a que ambos ignoran todo del otro. Rosalba desconoce los verdaderos planes de Ishiguro, esto es, su deseo de venganza tras haber visto cómo su padre era asesinado por un escuadrón paramilitar. Tampoco Ishiguro conoce la vida oculta de Rosalba: de origen humilde, su atención oscila ahora entre su madre, que vende desayunos en la calle, y los hombres, cuyos traseros afirma que puede leer e interpretar como quien adivina el futuro.

Lo que ninguno de estos personajes sospecha es que sus respectivos planes se verán pronto alterados debido a los distintos personajes que frecuentarán el bar del chino Tito. Entre ellos está el comandante Arroyo, cuyos contactos ilícitos podrían orientar a Ishiguro en su búsqueda de venganza, y un escuadrón de policías corruptos que planearán con malicia el secuestro del hijo de un empresario rico. También frecuentarán el local Sofía, amiga de Rosalba, y el padre Pablo, un cura de origen catalán que ha viajado hasta Perú con la intención de dejar atrás sus pecados. Entre ellos se empezará a tejer una complicada trama amorosa que rozará en algunos momentos lo cómico (con la lectura de traseros o la sexualización del sacerdote) y en otros momentos lo dramático, en especial cuando esta trama derive en una relación lésbica. También en el mismo bar se encuentran Lurgio y Sylvia Arreola, antes conocida como Carmen Infante, una triste y enigmática mujer que huye de su pasado y de sus recurrentes pesadillas con las ratas. En cuanto al grupo de policías, sus planes nos conducen a la vida y a los hechos de Blanca Higuita, una peluquera colombiana que llega a Lima huyendo de la violencia y solo encontrará más violencia.

Son muchos, prácticamente incontables, los personajes que pululan por las páginas de "La lealtad de los caníbales", pero las tramas de todos ellos convergen en algún punto en el bar del chino Tito, donde las historias empiezan y terminan. Diego Trelles Paz teje con rigor y sensatez una historia coral que no solo captura la complejidad de la sociedad peruana contemporánea, sino que también profundiza en temas universales como el poder, la traición y la lucha por la supervivencia. De hecho, a medida que las vidas de estos personajes se entrelazan y se desarrollan, el lector se ve inmerso en un viaje emocional que desafía las convenciones literarias y nos invita a reflexionar sobre la condición humana. Asimismo, considero también relevante el componente sociopolítico de la novela, pues el autor no duda en explorar temas de suma actualidad, como la corrupción institucionalizada en América Latina, la violencia de género y la desigualdad social que sufren muchas mujeres; todo ello, además, queda retratado desde una mirada incisiva y sin concesiones al poder establecido.

Así pues, por medio de una narración multiperspectivista, focalizada en las vidas de numerosos personajes complementarios, "La lealtad de los caníbales" ofrece una profunda exploración de la sociedad peruana y, con ello, confirma a Diego Trelles Paz como uno de los escritores más relevantes de su generación.

Darío Luque