La larga noche

Opinión:

Qué acierto el del jurado del XXXVIII Premio Jaén de Novela al conceder el premio a esta magnífica novela de bello título, "La larga noche". El escritor cordobés, bien conocido sobre todo por su poesía (Premio Adonais 2001, Jaime Gil de Biedma 2013, entre otras muchas distinciones y un buen número de publicaciones) ya había entregado novelas de mucho mérito. Recuerdo América (Seix Barral, 2004) con especial cariño, y una que ya tomaba como tema la vida del diestro (La suite de Manolete, 2009), aunque en mi opinión esta, "La larga noche", supera a las anteriores.

Destaca sobre todo la sutileza en la construcción de cada momento y suceso de la muerte de Manolete. La narración arranca desde la cogida, y desde ese instante el lector asiste a una lluvia de detalles minuciosos que llegan con una cadencia muy bien escogida, para no parecer demasiado prolijo o general. La cantidad precisa de información, en el momento adecuado. La novela puede gustar igualmente a taurinos y no taurinos -aunque por supuesto maravillará a los primeros-, pues alcanza un lenguaje universal centrado en la mítica del dolor y la grandeza de una vida entregada al arte. Maravillosa es la representación de la galería de personas que viven junto a Manolete sus últimas horas: José Flores Camará, su apoderado, su mozo de espadas Guillermo González (en el toreo la persona en la que más confías, tu mano derecha para todo lo que ocurre dentro y fuera de la plaza), su amigo el rejoneador Álvaro Domecq. Y por supuesto, las mujeres de Manolete. Su novia del momento, Lupe Sino, de quien se hace un retrato amable. La madre del torero, que tendrá que ser traída desde el San Sebastián en el que la familia veranea gracias a la generosidad de Manolete cuando llega la desgracia. Joaquín Pérez Azaústre despliega además todo lujo de detalles sobre la condición médica del diestro tras la cogida, lo que ofrece a la novela una notable sensación de autenticidad.

La novela destaca mucho la personalidad generosa y leal de Manolete, que reunía en torno a su figura a cuantos quería, y se mostraba tremendamente generoso con todos. Un hombre de lealtades, cabal. Esta novela testimonial bebe de un realismo poético muy bien traído, que conjuga la narración de lo acontecido con la trascendencia enfocada al mito del gran torero. La sociedad de 1949 está hábilmente recreada, traída con buen pulso.

Libro magnífico escrito con un estilo inmaculado, certero, al servicio de una historia desgarradora que no puede menos que conmover al lector. Narración fascinante que es una recomendación sin reservas.

Rafael Ruiz Pleguezuelos