La Ilíada a la hora del aperitivo

Opinión:

Uno pensaría que es fácil acertar a la hora de elegir libros simplemente leyendo la sinopsis de la contra. Años y años de leer deberían bastar para que así fuera. Y, sin embargo, a veces se falla. Ya sea porque la sinopsis es engañosa o porque uno se hace ilusiones pensando que va a leer algo que desearía hallar en el interior del libro sin éxito, hay ocasiones en las que un reseñista se equivoca. Afortunadamente, son las menos, pero esta es una de esas.

Ya he dicho alguna vez, porque soy un puto canso -pero es que siempre hay que dar un contexto a los lectores-, que me encanta la mitología, sobre todo la griega y la nórdica. Y este "La Ilíada a la hora del aperitivo" pues va de eso, amiguitos. Coincide además que hace una semana, mientras conducía para dirigirme a levantar el país, escuché en la radio la noticia de que en Italia un ladrón había entrado en una casa a robar y le habían pillado con las manos en la masa leyendo este mismo libro, o sea, que debía de ser muy enganchante. (Que quede claro que yo ya tenía decidido leérmelo con la noticia del ladrón o sin ella).

¿De qué va este libro? Pues más que una novela es casi un ensayo. Y si no sabes de qué va La Ilíada o, en su defecto, no has visto la peli Troya, la de Brad Pitt, Eric Bana (¡Héctor, Héctor, Hector!) y Diane Kruger, es muy posible que te pierdas porque este libro da por sentado que conoces esa historia y todos los acontecimientos destacados, los personajes y los hechos que la definen y la han convertido en épica pura, y eso es, en mi opinión, un fallo gordo, porque este libro podía perfectamente haber desarrollado una narración paralela y posteriormente dar su moderno punto de vista de lo divino.

«…no hay un solo gesto en esta guerra que no haya sido provocado por la intención de un dios»

"La Ilíada a la hora del aperitivo" es una relectura desde el punto de vista de los dioses no como lo que estamos acostumbrados, es decir, a verlos como los espectadores que veían la guerra desde las alturas como si asistieran a un partido de fútbol, sino como los protagonistas. Y para ello emplea lo que podríamos considerar aburridas disquisiciones filosóficas que nos hagan comprender las inquietudes de los dioses como abstractos deseos que nacen del interior de los humanos y que no hacen sino ralentizar la lectura y a mí, particularmente, aburrirme soberanamente.

En resumen, un libro ideal para los que quieran darle ocho vueltas de tuerca al épico asedio y último año de guerra, profundizar en oscuras motivaciones intrínsecas, revisitar bajo una óptica nueva hechos conocidos y que puede gustar a quienes busquen una interpretación sesuda a una historia mítica, fallida bajo mi punto de vista, a pesar de haber sido muy bien recibida por la crítica, pero a una distancia cosmológica de lo que esperaba encontrar.

Diego Palacios