La hermandad

Opinión:

Con una narrativa acorde con su anterior obra, Marcos Chicot nos sigue regalando entretenimiento mientras que nos hace viajar en el tiempo entre Cartago y Madrid. Dos espacios diferentes que se van alternando para ir descubriendo, despacio pero sin descanso, la nueva trama como continuación de "El asesinato de Pitágoras".

Desde que Akenón y Ariadna llegaron a la ciudad de Cartago, los antiguos enemigos aparecen y se mezclan con los nuevos socios y amigos, ocupados en introducirlos en la sociedad y manejar la fortuna que Akenón había conseguido resolviendo antiguas investigaciones. La vida tranquila junto a su hijo Sinuhé se rompe cuando reciben noticias de Pitágoras, desde su destierro voluntario en Metaponte, con el aviso de inquietantes amenazas de peligro.

La historia, siempre presente en los relatos del autor, nos narra la situación política de Grecia que, al estar acosada por el imperio persa, ponía en bandeja las rutas comerciales que aprovecha Cartago para hacerse con el control con la ayuda de Roma. La excelente documentación no cesa en ningún momento y nos dibuja la época situándonos constantemente dentro del relato.

En la actualidad, la trama continúa por otros caminos y nos introduce en las sectas, el poder de la conducta cognitiva y la hipnosis. Tres elementos que unidos marcarán el desarrollo de todo lo que acontece, paralelamente a lo que sucedió en el Siglo V a.C., y donde los símbolos y enseñanzas pitagóricas tendrán todo el protagonismo.

De nuevo, nos encontramos con personajes bien definidos y que con sólo nombrarlos les damos un aspecto visual. Esto, la corta longitud de los capítulos y el ritmo en aumento que toma la novela, hace que las páginas transcurran a una velocidad acorde con la necesidad de descubrir que está pasando, no sólo en Cartago sino también en nuestros días en Madrid.

Un apasionante relato en el que el poder de la mente y la manipulación a la que podemos estar sometidos por el control de la tecnología, nos abren las puertas a nuevas preguntas y a inquietantes respuestas.

Porlomenix