La granja

Opinión:

Tom Rob Smith es autor, por el momento, de cuatro novelas. La primera de ellas, "El niño 44", se colmó de grandes elogios y fue nominada a diversos premios a nivel internacional. De hecho, algunos críticos predijeron que el lector estaba ante un futuro brillante escritor de thrillers. Luego vendrían dos novelas más que continuaban con la primera novela, conformando una trilogía sobre crímenes en la época soviética de Stalin. Prácticamente cuatro años más tarde aparecería "La granja", que a España no ha llegado hasta prácticamente dos años más tarde. Esta novela vendió bien al principio, impelida por la inercia de "El niño 44", pero fue perdiendo fuerza con el tiempo.

A la novela en cuestión, "La granja", parece ocurrirle lo mismo que con el índice de ventas. Tiene un inicio espléndido para una novela de thriller - con líneas frenéticas, mucho movimiento, desconcierto, ansias por descubrir más -, pero a medida que la madre de Daniel avanza en su relato el lector puede acusar la falta de "acción" o de tensión. Uno, con el paso de las páginas, acabará preguntándose si hay algún crimen atroz o si todo es simple publicidad para alargar el suspense. Luego, cuando alcance el final, quizá acabe decepcionado. Porque el final, a gusto de un servidor, se antoja flojo para una novela de thriller, pero claramente lógico por el leitmotiv de la novela, el cual gira en torno al mundo psíquico de ciertas personas que fluctúan entre lo real y lo fantasioso.

De hecho, la inspiración de la novela, en propias palabras del autor, se basa en su propia madre, quien sufría brotes psicóticos de índole fantasiosa y curiosa: los contaba con una racionalidad y con una claridad de ideas tal, que uno no podía más que creerse las palabras. La novela juega con esa línea fina que separa la realidad de la ficción, en la que el protagonista, Daniel, se debate entre la versión de su madre y la de su padre, impulsada sobre todo por el hecho de que su relación se ha enfriado bastante con el tiempo y por que él no parece conocer en profundidad a sus padres.

Hay que resaltar, a pesar de su descenso en interés, que la novela opta por una forma de narrar bastante atractiva e interesante. No existen capítulos, sino separación de páginas (para seguir con la narración) o una separación de párrafo para cambiar la voz. Aunque el narrador principal es Daniel, también adquiere su importancia la voz de Tilde, su madre, hasta el punto de que a través de la novela comparten voz, casi mezclándolas, de una forma natural, sin que el lector acuse confusión. El lenguaje y la estructura de las frases son límpidos, en el sentido de que son adecuados para un tipo de novela que requiere cierta velocidad y tensión. Por consiguiente, se lee con bastante prontitud. Sin embargo, quizá esté algo de exento de crescendo.

Cristià Serrano